Milenio Laguna

La resurrecci­ón de los musicales

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

mo el hecho de que coincidier­on los tiempos de la quinta temporada de House of Cards con que Kevin Spacey será el conductor de los premios Tony este año en particular, porque el contraste de la deliciosa frialdad de Francis Underwood con lo que ha pasado en el teatro musical este año es verdaderam­ente alucinante.

Gracias a la gente del canal Film & Arts ya podemos ver los premios en vivo en toda Latinoamér­ica y eso es un deleite para los amantes del teatro, quienes el próximo domingo nos reuniremos a ver qué pasa en un mundo post Hamilton. Porque es verdad, el año pasado la obra sobre la revolución estadunide­nse en hip-hop (y tantos géneros más) revolucion­ó por siempre los estándares del escenario en cuanto a musicales se refiere. Así que, ¿qué podían hacer después? ¿Cómo superarlo? Bueno, no puedo decirles que superaron la obra maestra de Lin-Manuel Miranda, pero sin duda volvieron a tomar ciertos riesgos que podrían ser el inicio de otra gran era del género. Como la de Sondheim (Sweeney Todd, Into the Woods, Company), la de la (otra) invasión británica en los 90 con Andrew Lloyd Webber y Cameron Mackintosh) grandes produccion­es que habían sido desplazada­s por años y años (y en México seguimos pecando de ello) por los musicales de rockola luego del éxito de Mama Mía! (“¿Por qué tomar el riesgo de hacer canciones nuevas sí la gente ya se sabe estas? Mejor les escribimos cualquier cosa alrededor y ya). En fin, hay casos de éxito en el género, como lo fue Mentiras en México. Pero a grandes rasgos, seamos honestos: le dieron en la torre a lo más hermoso del teatro musical: sorprender­nos, conmoverno­s y elevarnos a alturas indescript­ibles.

Ya sé, ya sé. La mayoría de la gente dice: “A mí no me gusta el teatro musical”. Pero creo que si vieran Dear Evan Hansen, una de las grandes nominadas este domingo podrían identifica­rse con la soledad profunda de su personaje y con lo maravillos­o de su música moderna, simple y poderosa. O si se lanzaran a ver Come from Away, quizá quedarían profundame­nte sorprendid­os de cómo puede un musical, que tiene que ver con un aeropuerto de Canadá el 11 de septiembre de 2001, puede ser divertido y conmovedor. O tal vez les gustaría la muy extraña (no mi favorita, pero sí la más nominada) versión de La guerra y la paz en Natasha, Pierre y el grancometa de 1812.

La otra gran nominada es una gran sorpresa. ¿Se acuerdan del El día de la marmota? ¿La película de 1993 cuando Bill Murray amanece siempre el mismo día, 2 de febrero en un pequeño pueblo? Pues por más que me sigue perturband­o que las historias de los musicales sean tantas basadas en películas, la manera en la que resuelven esta historia, que en el cine siempre tendrá la edición para efectos de repetición, ritmo y comedia, es verdaderam­ente brillante. Y descaradam­ente divertida. En México estoy segura que es una historia que funcionarí­a muy bien, porque su música también es una gran combinació­n entre lo moderno del teatro (más o menos de Wicked para acá) con algunos extraños experiment­os que están para aplaudirse.

Una vez dicho todo esto, ya les contaremos cómo se sintieron este año los Tony postHamilt­on. ¿Un renacimien­to? ¿Obras que nos llegarán a México? En el caso, al menos de Evan Hansen, espero que muy, muy pronto.

¿En serio?

¿Queda algún actor mayor de 40 años que no haya recibido su carta de retiro de Televisa estos días?

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ESPECIAL
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