Milenio Laguna

OrangeIsTh­eNewBlack, versión Tamaulipas

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os señores de Netflix tienen pacto con el diablo. Por eso siempre que sacan una producción original le atinan a lo que está sucediendo en las noticias.

Hoy, por ejemplo, todo el mundo puede disfrutar completa de la quinta temporada de Orange is The New Black que, como usted sabe, le da seguimient­o a un megaestall­ido entre presos y autoridade­s.

¿Y cuál es la noticia más importante del momento? El megaestall­ido entre presos y autoridade­s en un reclusorio mexicano.

¿Ahora me entiende cuando le digo que Netflix tiene pacto con el diablo?

Pudieron haber estrenado la semana pasada, se pudieron haber aguantado hasta julio, pero no, tenían que hacerlo justo a unas cuantas horas de la bronca en Tamaulipas.

Lo más grueso es que cuando usted mire los nuevos episodios de esta serie invariable­mente va a pensar en nuestras cárceles.

La vigencia de Orange is The New Black es aterradora porque esto no para de denunciar las cosas que no se denuncian en otras partes, porque esto es genial.

¿Qué otra emisión dramatizad­a conoce usted que, sin caer en las tentacione­s del melodrama, ponga en pantalla todos los abusos que se cometen no solo contra los presos, contra las mujeres, contra la gente buena, contra todos?

Tan sencillo como esto: ¿a quién le llama uno para pedir Es la serie que hay que ver este fin de semana, nunca deja de ser entretenid­a, emocionant­e y desgarrado­ra. ayuda cuando el delincuent­e es la policía? ¿En dónde puede estar la justicia cuando el crimen sale de quienes se dedican a impartirla?

No y ni hablemos de temas como la manipulaci­ón de la informació­n o de la dificultad para hacer valer los derechos humanos en una época como la nuestra, porque entonces sí no vamos a acabar nunca.

Orange is The New Black es la serie que hay que ver este fin de semana y es que, a pesar de lo que le acabo de comentar, nunca deja de ser entretenid­a, emocionant­e, chistosa, romántica y desgarrado­ra.

Es un espectácul­o ciento por ciento completo e ideal para un montón de segmentos de mercado.

Usted nada más échele un ojo al principio de esta temporada y juzgue. ¿Es mejor o peor que La piloto? ¿Es más o menos actual que Nada personal?

Los señores de Netflix tienen pacto con el diablo. Por lo que más quiera en la vida, luche por sintonizar a partir de hoy la quinta temporada de Orange is The New Black y tiemble, y goce, y viva.

Es una irresistib­le tentación para este fin de semana. Es una irresistib­le tentación para amarrar con la noticia más importante del momento. ¿A poco no?

LA FINAL DE

Honor a quien honor merece: si hay un programa auténticam­ente bueno y familiar en la televisión abierta privada de este país es MasterChef Junior.

¿Cuál es la nota? Obviamente que este domingo, después del futbol, Azteca 13 va a transmitir su gran final.

No para de señalar las cosas

Ni le tengo que pedir que la vea. Millones de personas van a estar ahí porque los responsabl­es de esta joya han sido de los pocos en conseguir algo que ahora es milagroso en las pantallas de nuestra nación: hábito.

Gracias a que está gente jamás le ha bajado a la calidad y a que jamás nos ha jugado chueco, ya existe el hábito de ver MasterChef en cualquiera de sus versiones y cuando se trata de las finales, más.

Sintonizar el desenlace de este reality show es garantía de que nos vamos a involucrar, de que vamos a reír, a llorar y, lo más divino de todo, de que vamos a convivir en familia.

No sé usted pero yo, en nombre de mi familia, le tengo que dar las gracias públicamen­te a Tv Azteca por este programa porque cada vez es más difícil que todos nos sentemos a mirar lo mismo en la televisión.

Y con MasterChef Junior pasa eso y más. Nos sentamos, pero casi, casi que hacemos una fiesta donde todos cocinamos, comemos, gritamos y jugamos a adivinar quién va a ganar.

Este domingo será diferente por el regreso de Alta definición, pero no importa, vamos a estar ahí, México va a estar ahí y eso hay que celebrarlo.

¿Qué es lo que a usted le gusta más de MasterChef México? ¿Los niños? ¿Los jueces? ¿La conductora? ¿La cocina? ¿La producción?

¿Le digo la verdad? A mí, lo que más me gusta de este proyecto es el profundo amor que siento detrás de él.

Independie­ntemente de que se trata de un trabajo, de este lado de la pantalla se siente amor, amor por la cocina, por nuestra cultura, por los niños. ¡Amor hasta por la vida!

Cuando el estándar de la televisión mexicana es la muerte, la violencia y la corrupción, créame que regresar al amor se convierte en una bendición.

Honor a quien honor merece: si hay un programa auténticam­ente bueno y familiar en la televisión abierta privada de este país es MasterChef Junior.

Por lo que más quiera en la vida, yo sé que va a ver esto, pero no nada más lo vea, aprécielo y reflexione sobre lo que un fenómeno así significa para nuestra industria.

Es algo grande, hermoso. Es hábito, es amor. Es el único, el inigualabl­e MasterChef Junior. ¿O usted qué opina?

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