Milenio Laguna

Comparte sus andanzas con López Tarso

- Adriana Jiménez Rivera/ México

Al filo de las 20:35, el vals “Aeroplano” se escuchó en la sala del teatro Rafael Solana, y apenas Manuel El Loco Valdés apareció en el escenario, se escuchó la ovación. Una discreta caravana fue la reacción del actor, quien dio pie a la presencia de Ignacio López Tarso, para que el aplauso se duplicara en intensidad.

A partir de entonces, los protagonis­tas atraparon con el diálogo que tienen en el escenario como esos dos viejos amigos; Paco, en la divertida y “soberbia” interpreta­ción de López Tarso, y Cristóbal, en el cuerpo de Manuel El Loco Valdés, quien da muestra de su talento para proyectar al hombre sereno, recto, pero sobre todo fiel, y que si bien en su esbeltez y palidez de su rostro evidencia los efectos de su mal, siempre tuvo el ánimo y el profesiona­lismo para dar réplica a su compañero. Acciones con las que provocan que el público se integre a la intimidad de la sala de la casa de Paco, donde se desarrolla la trama, y así se convierta en su cómplice.

Con anécdotas de su juventud, de sus anhelos, de sus familias y hasta de sus andanzas con las mujeres, en especial Paco, quien se distingue por ser un enamorado empedernid­o, en contraste con Cristóbal, quien molesta a su amigo con su eterna fidelidad, todo esto aderezado con una dosis de humor, provocaron desde la sonrisa más discreta hasta la carcajada más sonora en la última velada de la temporada que iniciaron hace seis semanas.

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