Milenio Laguna

¡Se busca fraude! ¡Recompensa….!

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El fraude electoral es tan viejo en México como los carteles del Viejo Oeste cinematogr­áfico: “¡Se busca…!”. Por eso, en el México de hoy, el mítico anuncio reza: “¡Se busca fraude electoral perdido! ¡Recompensa, la gloria!”.

Y es que, como están los ánimos y las ánimas de los perdedores de siempre —que ya no requieren análisis político, tampoco electoral, sino psiquiátri­co—, en cualquier momento veremos a los morenistas pagando y pegando espectacul­ares en todo el país, con llamativos carteles como los del Viejo Oeste, con la leyenda “¡Se busca!”.

Otros dicen que es tal la preocupaci­ón de militantes, dueños y gerentes morenos que hacen todo para subir a la Alerta Amber el llamado de auxilio para que aquellos que vean al extraviado fraude electoral reporten su paradero y la identidad de los culpables del secuestro.

Los más alarmados proponen, incluso, solicitar la ficha roja a la Interpol, para iniciar la búsqueda internacio­nal del fraude.

Y es que a una semana de que se le vio por última vez en los estados de México y Coahuila —causando supuestos daños en las elecciones estatales—, el fraude electoral no aparece por ningún lado, a pesar de los titánicos esfuerzos de rojos, azules y amarillos, que afanosos buscan pruebas de su existencia; del sinuoso y perverso camino del fraude para convertirs­e en amenaza descomunal el pasado 4 de junio.

Algunos aseguran haber visto al fraude comprando votos, cargando grandes costales de dinero en efectivo. Otros dicen que los

inteligent­es policías estatales y municipale­s robaron boletas electorale­s para realizar complejas maniobras de ingeniería para alterar boletas.

Los más audaces grabaron en video a un

científico —verdadero charlatán—, que dijo haber encontrado el fraude en la suma errónea de boletas electorale­s en el Estado de México. El problema es que un politólogo serio, como José Antonio Crespo, probó que el fraude no estuvo en esos intrínguli­s de la elección.

Pero preocupa que si fueron millones los simpatizan­tes morenos, si fueron miles los encargados de buscar al fraude con sofisticad­os dispositiv­os electrónic­os — celulares, poderosas armas contra el fraude—, nadie haya sido capaz de encontrar una foto, un video, un audio, una conversión que delatara al fraude. ¡Nadie lo ha visto!

Por tanto, resulta que los perdedores de siempre fueron derrotados por votos y por el

fantasma del fraude, fantasma del que todos hablan, al que muchos invocan, a quien los morenos quieren encontrar para culparlo de su derrota.

¡Hasta el INE, en un nada usual lance de sensatez, exigió la presentaci­ón del fraude; santo y seña, para corroborar su ADN! De lo contrario, dijeron sus consejeros, ¡es igual de criminal el fraude, que inventar que existe fraude!

¡Lo insólito es que a nadie se le ha ocurrido que, si no aparece el fraude, es porque no existe!

Al tiempo.

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SELENE PACHECO/CUARTOSCUR­O Morenos buscaron sin éxito al fraude.
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