¿Por qué perdimos el tequio?
Apesar de haberse publicado en 1967, mucho de lo que Desmond Morris nos presenta en su ensayo zooetologico “El Mono Desnudo” sigue sorprendentemente vigente, dada la forma en la que explica parte del comportamiento humano a partir de re-entendernos desde nuestra esencia biológica, esto es; como el propio autor lo expresa: “bajándonos del pedestal donde nosotros mismos nos hemos colocado”, para visualizarnos zoológicamente como una variedad más de primates (sin pelo), de donde al libro le viene su titulo.
La etología estudia las conductas distintivas de un cierto grupo de animales y cómo éstas se modifican y evolucionan para lograr la supervivencia. Morris propone que cuando por un cambio climático los bosques y arboles se redujeron, nuestros antecesores primates, se vieron en la necesidad de caminar erguidos y sobrevivir en el suelo, lo que los llevó a dejar su dieta básicamente frugívora y competir por los alimentos contra animales más rápidos y con mejores armas naturales. Esto ocasionó fuertes cambios en su estructura social, entre otros, que el macho alfa necesitó la cooperación de otros machos para, en equipo, cazar y defenderse, con lo que ya no podía exigir la “propiedad” exclusiva de todas las hembras. Así, los machos beta, gamma, delta etc. reclamaron sus respectivas hembras creándose en la manada una incipiente monogamia.
Más allá de los avatares sexuales de nuestros abuelos primates, resulta hoy importante reconocer y puntualizar lo que debería ser obvio. Una especie no puede sobrevivir sin la cooperación de sus miembros. La modernidad nos ha enclaustrado en un individualismo egocéntrico que nos impide entender que lo que somos, lo que tenemos y lo que disfrutamos, es gracias a la existencia de una estructura social llamada comunidad a la que nos debemos. En la sociedad mexica el tequio era el trabajo comunitario de los vecinos para participar en obras que fuesen de utilidad para la comunidad, el barrio o la ciudad. ¿Por qué perdimos el tequio?