KOHL, ARTÍFICE DE LA UNIDAD GERMANA Y DE LA NUEVA EUROPA
El ex canciller, que gobernó por 16 años Alemania y capitalizó la caída del muro de Berlín, murió ayer a los 87 años
El ex canciller Helmut Kohl, al frente del gobierno alemán entre 1982 y 1998, murió ayer a los 87 años reconocido como el artífice de la reunificación germana e impulsor clave de la integración europea.
El ex mandatario cristianodemócrata murió en su casa de Ludwigshafen (suroeste del país), donde vivía con su mujer, Maike Richter, y alejado de la vida política desde que en 2008 sufriera una grave caída y quedara postrado en una silla de ruedas.
Con sus cuatro legislaturas al frente del gobierno, es el mandatario alemán que más tiempo se ha mantenido en el poder, al que llegó al ganar una moción de censura frente al socialdemócrata Helmut Schmidt y de la que salió derrotado en las urnas por Gerhard Schröder.
Sus principales banderas en esos 16 años fueron la unidad alemana y la integración europea, dos objetivos que marcaron su trayectoria política.
Kohl, subrayó la canciller Angela Merkel tras conocer su muerte, fue un “golpe de suerte” para el país, un político que supo aprovechar la “oportunidad histórica” de la caída del muro de Berlín para impulsar la reunificación, “la mayor obra de arte política”.
“La Europa de hoy es un producto de su visión y su tenacidad frente a enormes obstáculos”, subrayó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, mientras las instituciones europeas lo calificaban de un “visionario” y un “aliado”, sin el que no existiría el euro.
“Era sin duda una personalidad excepcional” que “mostró un profundo interés por Rusia” reaccionó el ex presidente soviético, Mijail Gorbachov.
Nació en Ludwigshafen el 3 de abril de 1930 y en 1947 se afilió a la Unión Cristianodemócrata (CDU) que ahora preside Merkel.
Del parlamento regional de Renania Palatinado pasó a presidir ese estado federado y desde allí dio el salto a la política nacional, asumiendo en 1976 las riendas del grupo conservador en el Bundestag, el parlamento federal.
En 1982 accedió a la jefatura del gobierno (cancillería como se le denomina en Alemania y Austria) tras presentar una moción de censura contra Schmidt, traicionado por sus socios liberales, y un año después ganó sus primeras elecciones generales, triunfo que revalidó en 1987.
En esa legislatura forjó su figura política internacional, cuando días después de la caída del muro, en noviembre de 1989, apostó sin fisuras por la reunificación de Alemania presentando su “Plan de 10 puntos” para conseguirla.
La reunificación necesitaba apoyos firmes y Kohl reunió el de Gorbachov, el del mandatario estadunidense George Bush padre y el del presidente de Francia, el socialista François Mitterrand, con quien protagonizó uno de los periodos más fructíferos de las relaciones Bonn-Berlín con París.
En las antípodas de estas afinidades se colocó la premier británica Margaret Thatcher, quien receló y trató de obstaculizar a una nueva y fuerte Alemania.
Sobre un eje similar de alianzas pivotó también su apuesta por el proyecto europeo, la implantación de la moneda única y la ampliación al Este.
El desgaste de dieciséis años de gobierno quedó patente en los comicios de 1998, cuando los conservadores obtuvieron su peor resultado desde 1949 y Schröder puso fin a la era Kohl.
El fin de su carrera fue salpicado por el escándalo de los fondos ocultos de CDU y terminó reconociendo que recibió fondos no declarados. Entonces Merkel, su protegida, aprovechó el episodio para tomar el poder.
En los últimos años, su nombre estuvo rodeado de polémica, desde los enfrentamientos entre su segunda mujer y los hijos que tuvo con su primera esposa, Hannelore, que se suicidó en 2001, hasta las batallas judiciales para que no se publicara unas memorias no autorizadas.
Según esa biografía, Kohl nunca perdonó a Merkel, de quien dijo que antes de conocerlo “no sabía ni siquiera comer con un cuchillo y un tenedor”.