Milenio Laguna

Mascotas, nuevos clientes de la mariguana medicinal

Un veterinari­o advierte que no hay estudios y “el perro puede sentirse mejor porque está drogado, pero el tratamient­o adecuado se pasa por alto”

- AFP/ Los Ángeles

E s temprano, acaba de pasar la hora del desayuno y Cayley, de seis años, se muestra muy inquieta mientras espera su dosis de cannabidio­l (CBD). Esta labrador negra mueve la cola y da vueltas mientras su dueño, Brett Hartmann, coloca en su boca unas gotas de la sustancia líquida que le da de mañana y noche para aliviarle la ansiedad. “Desde que le damos el CBD (extracto de mariguana no psicotrópi­co), la ansiedad se acabó”, asegura Hartmann, de 30 años, sobre Cayley, una perra de servicio que lo acompañó durante sus años universita­rios porque sufría epilepsia.

Hartmann, que vive cerca de Los Ángeles, explicó que comenzó a suministra­rle el compuesto de mariguana medicinal a la perra cuando él ya no tuvo necesidad de que el animal lo acompañara a todas partes, ya que había superado su enfermedad. “La jubilé y no supo manejar la transición bien, pero el CBD realmente funcionó”, afirma el hombre, que además tiene un perro salchicha que también recibe el tratamient­o. El negocio Mientras la multimillo­naria industria de la mariguana medicinal y recreativa sigue creciendo en Estados Unidos, los consumidor­es se multiplica­n y los animales también están en el radar. “Estamos buscando crecer 20 por ciento cada mes”, dice Alison Ettle, fundadora de Treat Well, una compañía con sede en California que se especializ­a en productos no psicoactiv­os de cannabis para animales y humanos.

Explicó que los dueños de las mascotas —perros, gatos, lagartos, tortugas, alpacas, caballos y animales de granja— recurren cada vez más al cannabis para tratar enfermedad­es que van desde cáncer y soplos cardiacos hasta artritis e infeccione­s de oído.

La empresaria comentó: “Recibimos hasta cinco pacientes de cáncer al día y los resultados que estamos viendo son impresiona­ntes. Estamos viendo los tumores desaparece­r o encogerse, extendiend­o la vida del animal”.

Cuando comenzó en este negocio, hace más o menos una década, Ettle trataba alrededor de 20 animales al año, la mayoría perros.

Hoy, con la mariguana medicinal legalizada en 29 estados y el Distrito de Columbia, Ettle asegura que el número de pacientes cuadrúpedo­s se disparó a miles, a pesar de que la sustancia es ilegal a escala federal y las leyes estatales no aplican para las mascotas.

Los veterinari­os no pueden recetarla, de manera que los amos la compran con una prescripci­ón a su nombre. En este vacío legal, hay que tener cuidado con las dosis, porque no hay estudios sobre los efectos en animales. “Comenzamos poco a poco, muy lento para tratar de encontrar la dosis apropiada”, comentó Melinda Hayes, fundadora de Sweet Leaf Shoppe, un servicio de entregas de cannabis. “Lo último que queremos es que el perro o la mascota se sienta incómodo”.

Hays asegura que, si se usan adecuadame­nte, los derivados de mariguana para mascotas no tienen efectos secundario­s, como los analgésico­s o medicament­os tradiciona­les, además de ser más baratos. Oposición En medio de todo este entusiasmo, los veterinari­os insisten en que no se trata de una droga milagrosa. “No hay estudios en perros o gatos, mucho menos en conejillos de indias y otras especies, no sabemos cuáles son los beneficios, si es que los tiene”, indicó Ken Pawlowski, jefe de la Asociación Veterinari­a de California, asegurando que el hecho de que el animal se sienta mejor no quiere decir que está sanando. “¿La enfermedad subyacente está realmente siendo tratada o está empeorando?”, cuestionó Pawlowski. “El perro puede sentirse mejor porque está drogado, cuando el tratamient­o que adecuado para ayudarlo se está pasando por alto”, opinó.

Pero a pesar de las advertenci­as, muchos dueños de mascotas como Hartmann no ahorran elogios para la mariguana como medicina, aunque reconoció que la gente necesita informarse bien para usarla. “Tenemos muchas historias exitosas”, dice Hartmann, que trabaja como consultor de cannabis. “Durante mucho tiempo estuve contra el cannabis hasta que empecé a usarlo para mi epilepsia. Me ayudó a recuperar mi cuerpo y es totalmente lógico que quiera usarlo para mis perros”, concluyó.

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ROBYN BECK/AFP Cayley, una labrador negra, recibe su dosis de cannabidio­l por parte de su dueño, Brett Hartmann.

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