Milenio Laguna

La planta de energía de la Luz y Fuerza seguía robada

- Cecilia Rojas

Porque aparte ni conectaron la energía, pero como mencionamo­s, los gendarmes no eran precisamen­te brillantes, y hacer las conexiones hubiera dejado a dos que tres al menos chamuscado­s.

Quién sabe por qué Carranza quiso quitar la Escuela de Aviación, si los aviones mexicanos eran los que daban guerra a los forajidos de Villa que se hallaban escondidos en la sierra chihuahuen­se.

Eso según los reportes oficiales, que luego ya se sabe, son muy adornados por los voceros. Y pues como no iban a salir corriendo los dizque villistas, seguro hasta los que no eran villistas salieron volando cuando desde las aeronaves se les aventaron bombas de 25 kilos.

En EU, el brigadier Erwin pedía instruccio­nes para saber qué hacer con los villistas por si acaso se metían a territorio de allá. Y más que nada porque tenía en su poder a 60 presuntos villistas prisionero­s, y quería ver que iba a hacer con ellos.

Cerca de Pedriceña, Durango, un grupo de rebeldes al mando de Pablo Rodríguez, fueron abatidos por los soldados de la federación. También se les decomisó un botín muy pachón. Los que sobrevivie­ron se fugaron por donde pudieron.

Y otra de Eduardo Guerra, que salió en tremendo peine ya que aquello de la Liga de Inquilinos, que no querían pagar impuestos al estado ni al municipio, según esto, fue idea del mismo edil. Sabría Dios por qué motivos.

Los mexicanos somos muy racistas, y clasistas, pero no lo queremos admitir. Por entonces, en Tamaulipas la población china era instigada de formas diversas. Las autoridade­s celestes prometían acciones para ayudar a su gente.

En Perú, Augusto Languía dio un golpe de estado y se apropió de la autoridad. Sacó al presidente Pardo, que iba a ser llamado a comparecer en tribunales pero que ya había pedido un amparo concedido por la Suprema Corte.

Seguían rudos en Italia los motines derivados del hambre que la gente vivió después de los terremotos. Los alemanes declaraban que ellos pues ya iban a firmar, pero más que nada cumplir, con los tratados de paz.

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