Ya integraron un equipo que analiza el alcance de una eventual crisis
Antes de las elecciones, a las empresas alemanas les alarmaba la reiterada afirmación de la primera ministra Theresa May de que “es mejor ningún acuerdo que un mal acuerdo”, y su insistencia de que Gran Bretaña debería estar preparada para retirarse de la negociación, un escenario que desató los temores de un “brexit desordenado”. Pero desde la debacle de las elecciones, en las que May perdió la mayoría en la Cámara de los Comunes, hay esperanzas de un cambio.
Con moderados como Philip Hammond, canciller de la tesorería, un brexit suave parece ser una opción. Un escenario implicaría que Gran Bretaña se adhiriera a la Asociación Europea de Libre Comercio, que le garantiza a miembros como Noruega una integración casi total en el mercado único.
Ahora cualquier cosa puede pasar, dice Ackerman. “Hace dos semanas iba a ser un brexit duro, pero desde las elecciones, es mucho menos claro qué es lo que va a ocurrir”, dice. Sin embargo, aún hay temor de un escenario “al borde del precipicio”, donde el acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea no se alcance antes de que termine el plazo de dos años en marzo de 2019. “Si no hay acuerdo, de un día para otro se va a alterar toda la cadena de suministros”, dice Matthias Wissmann, director del grupo de cabildeo automotriz VDA. “Habrá controles aduanales en Dover y Calais, revisiones de lo que entra y sale, y eso sería un enorme problema burocrático”.
Las grandes empresas alemanas, al igual que los grupos industriales como BDI y VDA, establecieron fuerzas de trabajo del Brexit que se ocupan en hacer modelos de los posibles resultados de la salida británica de la Unión Europea y preparan planes de contingencia.
Algunos analizan el impacto de los aranceles en las importaciones y exportaciones del Reino Unido y ponderan si los datos de los clientes se podrán transferir entre el Reino Unido y las 27 naciones de la Unión Europa después del brexit.