Las prácticas profesionales permiten
A los graduados adquirir las soft skills, justamente aquellas que los empleadores reportan más escasas, como es la comunicación oral y escrita, la puntualidad o la capacidad de tomar decisiones
ciento) que en las privadas (18 por ciento).
Llama la atención el bajo porcentaje de egresados que encontraron su primer empleo mediante la bolsa de trabajo de la misma universidad (7 por ciento) y ferias de empleo, apenas 1 por ciento.
Una de las conclusiones que hay que reflexionar sobre estos datos es que los esfuerzos que hacemos universidades y gobiernos en este ámbito no tienen un impacto eficaz en empleabilidad y que es necesario promover mecanismos para mejorar la transición de la universidad al primer trabajo.
Al respecto, un reporte elaborado por McKinsey, que aborda el tema del alto nivel de desempleo entre los jóvenes y la dificultad de los empleadores alrededor del mundo para encontrar candidatos con las competencias adecuadas, encontró que el tránsito de la escuela al empleo es sumamente complicado (Mourshed, M., Farrell, D. y Barton, D. Education to Employment:DesigningaSystemthat Works. McKinsey. Diciembre, 2012: https://goo.gl/ZNYvgk).
Uno de los retos que enfrentan los estudiantes es que no hay suficientes oportunidades para que todos los alumnos tengan un aprendizaje práctico. Después de analizar programas de empleo exitosos y novedosos en varios países, McKinsey señala que es indispensable estrechar la vinculación entre las instituciones de educación superior y el sector productivo y que las alianzas más exitosas entre estos actores se establecen por sector industrial y a escala regional.
El reporte enfatiza también que el modelo más común para facilitar la inserción de los egresados de la educación superior al mercado laboral son las prácticas profesionales durante los veranos, las cuales tienen importantes ventajas. A los estudiantes les permite aplicar sus conocimientos y complementar