Los días que cambiaron México
El libro de Silva es a la vez una historia moderna, una crónica histórica y un relato de la vida en México en distintos momentos de nuestro pasado
il caminó sobre la duela de cedro blanco rumbo a la mesa de novedades editoriales. En la parte alta de una torre encontró un libro original: Los días que cambiaron
México, de Carlos Silva, publicado este año por Grijalbo. Una buena idea y una buena realización con una presentación de Vicente Quirarte (ción-ción): ¿cuáles fueron los momentos que cambiaron a México? Silva ha elegido con buena mano casi 80 días con sus noches que modificaron la vida mexicana. El libro de Silva es a la vez una historia moderna, una crónica histórica y un relato de la vida en México en distintos momentos de nuestro pasado. Gil arroja a esta página del directorio algunos párrafos de esos momentos culminantes.
El Templo Mayor
El 16 de mayo de 1914, el arqueólogo Manuel Gamio identificó los primeros vestigios del principal recinto sagrado de los aztecas, el Templo Mayor. Entre otros, aparecieron “una cabeza de serpiente que se encontraba en la parte baja del basamento del edificio y un muro decorado con cráneos de piedra, y otros objetos”. Gamio afirmó que eran restos de los templos dedicados a Tláloc y Huitzilopochtli.
El 20 de julio de 1921 se realizó el primer vuelo comercial en México. El pagador de la compañía mexicana de Petróleos realizó un vuelo de la Ciudad de México a Tampico a bordo de un avión Lincoln Standard, pilotado por el capitán norteamericano Charles V. Pickup. Con esto se dio inicio a los trabajos de la Compañía Mexicana de Transportación Aérea (años después esta compañía se convertiría en la Mexicana de Aviación).
El 24 de agosto de 1921 se realizó la primera emisión radiofónica en México. Se transmitió un mensaje del presidente Álvaro Obregón, quien se encontraba en la Ciudad de Córdoba, Veracruz, para conmemorar el centenario de los tratados en que se acordó la independencia de México. Hay autores que dan dos fechas más a las que se acredita la primera transmisión radiofónica del país. La primera de ellas, el 27 de septiembre de 1921, realizada desde el Teatro Ideal de la Ciudad de México, patrocinada por los empresarios Adolfo Enrique y Pedro Gómez Fernández. Durante el evento, que duró dos horas aproximadamente, la hija de don Adolfo interpretó varios tangos de la autoría de José Mojica. La segunda fecha corresponde al 27 de octubre de ese mismo año, con la transmisión en la ciudad de Monterrey, a través de la inversión comercial de Constantino Tárnava, quien desde años atrás venía experimentando en el campo de las ondas hertzianas, de un programa que también incluyó números musicales clásicos, instrumentales y operísticos.
El 6 de julio de 1923, el presidente Álvaro Obregón colocó la primera piedra para iniciar la construcción del Zoológico de Chapultepec, “el primero en su tipo en Latinoamérica” (…) En México, antes de la institucionalización de su primer zoológico, se sabe, aunque no existen registros que den fe de los hechos, que durante los últimos años del Porfiriato hubo un proyecto para llevar a cabo la construcción de un “parque de animales”, que nunca se realizó. El 22 de julio de 1929 se aprobó la ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, que le otorgó la autonomía. El asesinato de Álvaro Obregón, en julio de 1928, trajo como consecuencia para la vida nacional un sinfín de episodios políticos y sociales: la fundación del Partido Nacional Revolucionario, el otorgamiento de la autonomía universitaria y los arreglos con la Iglesia católica, entre otros. El 20 de noviembre de 1929, tres días después de que se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en que el ingeniero Pascual Ortiz Rubio triunfó sobre el candidato de la oposición, José Vasconcelos, fue inaugurado por el presidente Portes Gil el edificio de la Secretaría de Salud, obra del arquitecto Carlos Obregón Santacilia. Su construcción empezó en 1925, bajo el gobierno de Calles. La obra fue pensada para ocupar una de las intersecciones viales más importantes de la época: “La entrada al bosque de Chapultepec, en el triángulo formado por las calles de Lieja y el inicio de Tacubaya, una de las zonas más hermosas de las perspectivas urbanas de la ciudad”.
Sí. Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el camarero se acerca con la bandeja que sostiene el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular la frase de William Faulkner por el mantel tan blanco: El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado.