Milenio Laguna

ÚLTIMOS MOMENTOS DEL PREMIO NOBEL CHINO

Pekín rechazó la petición de Lui Xiaobo, fallecido ayer, quien deseaba dejar el país ante el cáncer terminal que lo aquejaba. Ahora su mujer, la poeta Liu Xia, con “grave deterioro psíquico”, es la gran preocupaci­ón de la familia

- POR TAMARA GIL-EFE/PEKÍN

El gobierno chino dejó que su único ciudadano condecorad­o con el Nobel de la Paz, el intelectua­l Liu Xiaobo, falleciera bajo custodia, en un hospital blindado y sin haberle concedido su último deseo: buscar ayuda médica en el extranjero y, en caso de morir, hacerlo en un país libre.

Liu falleció ayer a los 61 años, tras sufrir un fallo multiorgán­ico a causa del cáncer hepático en estado terminal del que había sido diagnostic­ado recienteme­nte, según informaron en un comunicado las autoridade­s judiciales de la ciudad en la que estaba ingresado, Shenyang.

El intelectua­l y escritor pasó sus casi últimos nueve años en prisión y fue excarcelad­o el mes pasado por la grave enfermedad que sufría, aunque seguía bajo vigilancia policial.

“Ahora podemos mostrar al

La salud del intelectua­l y disidente, de 61 años, se deterioró más en las últimas dos semanas

mundo que China es como la Alemania nazi”, afirmó entre la tristeza y la rabia el activista Hu Jia, amigo del fallecido Hu Jia, poco después de recibir la noticia. Hu no podía evitar comparar a Liu con el pacifista alemán Carl von Ossietzky, el último Nobel de la Paz que murió bajo custodia en 1938, tras haber sido internado en un campo de concentrac­ión nazi por denunciar el rearme militar de su país. Como a Von Ossietzky, al intelectua­l chino también se le concedió el galardón tras los barrotes carcelario­s. Tras dos décadas de lucha por la democracia, Liu fue condenado en 2009 a 11 años de cárcel por “incitar a la subversión” y, en 2010, fue galardonad­o con el Nobel por su persistent­e lucha por la democratiz­ación de China. Su delito fue, tal y como resumen sus más cercanos, “escribir palabras en un papel”. Se refieren a la Carta 08, un manifiesto que Liu ayudó a redactar y que, inspirándo­se en la Carta 77 que plantó la semilla de la apertura checoslova­ca, pedía al Ejecutivo que cumpliera los derechos que recoge la Constituci­ón china, como la libertad de expresión, y pusiera fin a su régimen autoritari­o.

Su salud, según el equipo médico chino que lo trató, se deterioró en las dos últimas semanas, mientras llegaban los primeros y tibios reclamos internacio­nales por su liberación, que Pekín desoyó, y sus amigos trataban de verlo por última vez, sin éxito. Liu sí vio a dos médicos extranjero­s que no pudieron hacer mucho más que constatar su estado y escuchar que el disidente quería abandonar China. Y también pudo reencontra­rse con su musa y el amor que le guió en las últimas décadas: su segunda esposa, la poeta Liu Xia, a quien las autoridade­s liberaron del arresto domiciliar­io al que le habían sometido por casi siete años como represalia por el Nobel de su marido. Precisamen­te es en ella en quien los amigos de la familia centran ahora su preocupaci­ón, pues afirman que sus condicione­s física y mental ya llevan tiempo quebradas. “Estamos muy preocupado­s por el estado de Liu Xia”, dijo a la agencia EFE Zhao Hui, escritor y amigo de Liu Xiaobo, también conocido por su pseudónimo Mo Zhixu.

Uno de los abogados que representó al disidente, Mo Shaoping, explicó que de momento nadie ha podido contactar con la familia y desconocía si Pekín respetará los deseos de su mujer en relación al entierro del intelectua­l. Mo compartió con Liu tres décadas de lucha por las libertades, entre ellas la masiva protesta, en 1989, en la Plaza de Tianamen que dejó entre 400 y 2 mil 600 muertos.

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BOBBY YIP/REUTERS En distintas ciudades del mundo se rindió homenaje al activista.

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