Trump vs. la risa
hora que Saturday Night Live ha empatado con la gran serie de HBO Westworld por la cantidad de Emmys para las que fue nominada, no podemos engañarnos. En gran parte se lo deben a Donald Trump.
No estoy diciendo que sea cosa fácil, pero en 23 años nunca habían tenido tanta audiencia y, hay que decirlo, tanto humor político que sirviera como válvula de escape para lo que se ha vuelto una absoluta locura informativa y de grilla en un país que parece estar dividiéndose en dos. La risa es necesaria. Pero también el enojo, para los que apoyan a Trump, quien con cada tuit en que se quejaba de Alec Baldwin interpretándolo, solo subía más el rating.
El gran logro aquí es hacer comedia de lo que ya de por sí parecía absolutamente tan absurdo que sería imposible de superar, pero la temporada que tiene estas 22 nominaciones vivió desde las campañas presidenciales hasta las (para muchos) trágicas elecciones con sus subsecuentes consecuencias. (Gracias, Rusia).
¿Qué hacer con eso? Cuando cada día la historia cambia. ¿Cuando el personaje que estás satirizando es en sí una caricatura de sí mismo? Cuando muchos empujan y empujan por escapismo en lugar de confrontación cómica. Pues meter el acelerador. A fondo. Y con uno de los mejores elencos que SNL ha tenido en sus 42 años de vida el resultado es absolutamente hilarante.
Claro, los que siguen el discurso de Trump aseguraran (escribo esto temprano, vaticino esas reacciones para cuando esto esté publicado) que todo es plan del perverso, liberal y mentiroso Hollywood que está de acuerdo con los demócratas que simplemente no quieren que Trump pueda cumplir con su tan importante agenda.
Claro, no sabemos si su agenda es averiguar qué demonios hacer para remplazar el plan de salud de Obama cuando todo su esfuerzo ha sido para desaparecerlo, hacer que los mexicanos paguemos su muro o simplemente inventar palabras cuando tiene insomnio y Twitter al mismo tiempo (que es casi diario). Pero hay que decirlo, ya no hay tiempo para esperar la tragedia. Urge reír ahora y esto señores lo están haciendo como en sus mejores tiempos. Con grandiosas mujeres comediantes que sin duda están destacando. Con una descarada actitud de “vamos por el chiste”, aunque el chiste se cuente solo. Hay que ir más allá. Y para eso, se requiere de grandes, grandes escritores. Y resistencia corporativa. No podemos olvidar esa parte.
Los estudios donde se hacen SNL están a menos de cuatro minutos a pie de la central neoyorquina del edificio Trump. Sin embargo, esos pocos metros de distancia, están los dos mundos que se confrontan por completo. Y con el poder que tiene Estados Unidos nos guste o no, se agradece tener la mejor comedia del mundo del lado de los que no estamos con Trump.
¿En serio?
¿Creían que iba acabar este texto sin gritar de la felicidad de que también me nominaron a mi Lin-Manuel Miranda por su participación en SNL?