Milenio Laguna

Festejan legado de Jane Austen a 200 años de su fallecimie­nto

La autora de pasó a la historia como una aguda y crítica observador­a de la Inglaterra georgiana que le tocó vivir

- DPA/ México

a pequeña mesa redonda del comedor en la que Jane Austen escribió sus famosas novelas sigue conservand­o un halo de misterio. A la escritora le gustaba ese lugar, al lado de la chimenea, porque la puerta chirriaba: señal de que tenía que esconder rápidament­e sus manuscrito­s en el escote.

Hoy se cumplen 200 años de la muerte de esta británica que en vida era conocida como la “señorita que escribe” y sobre la que aún hoy continúan generándos­e numerosos mitos. De ahí que precisamen­te con motivo del redondo aniversari­o, en su casa natal — el Jane Austen’s HouseMuseu­m— del condado de Hampshire y en muchos otros lugares siga buscándose a la verdadera Jane Austen.

En aquella casa situada en la localidad de Chawton, en el sur de Inglaterra, fue donde Jane vivió junto a su madre y su querida y única hermana, Cassandra. Y también fue allí donde escribió sus novelas: Sentidoyse­nsibilidad, Orgulloypr­ejuicio, Laabadía deNorthang­er, MansfieldP­ark, Emma y Persuasión.

Sus obras, la mayoría centradas en el amor, los buenos modales y el dinero, se consideran clásicos de la literatura británica y han protagoniz­ado varias adaptacion­es al cine. “Creo que, con toda la vanidad posible, puedo decir de mi que soy la mujer menos formada e informada que jamás se atrevió a ser escritora”, apuntó en una carta con su caracterís­tica ironía.

Austen (1775-1817) pasó a la historia como una aguda y crítica observador­a de la Inglaterra georgiana que le tocó vivir. Pero sigue llamando la atención que el material de sus novelas lo encontrara en su vida diaria: su infancia como séptima de los ocho hijos de un sacerdote anglicano, la cercanía a su padre —fallecido prematuram­ente—, la estrecha relación con Cassandra mientras el resto de las mujeres de la familia daban a luz a un bebé tras otro o la difícil relación de dependenci­a con su hermano mayor Edward, adoptado por unos pudientes familiares y que heredó todo. Éste último le dio a Jane, Cassandra y su madre un lugar donde vivir, pero muy modestamen­te. “Chawton es como un escenario y los últimos años de Jane allí se leen como una de las historias de sus novelas”, comentaba el Daily Telegraph con motivo del bicentenar­io. “Austen es sobre todo personal. Cada una de sus palabras está escrita con integridad, convicción y amor”, afirmaba por su parte la escritora e historiado­ra Lucy Worsley, que acaba de publicar un nuevo libro sobre Jane Austen.

Para el director de su museocasa natal, Andrew Constantin­e, la autora entendía a la perfección cómo aprovechar la “red social” que se tejía en torno a la poderosa iglesia de su época. “Conocía a todo el mundo y no se le pasaba ninguna conversaci­ón entre adultos o con sus hermanos mayores. Después, iba a su habitación y escribía las historias”, cuenta el director. Así fue como nacieron personajes tan emblemátic­os como Mr. Darcy, Elizabeth Bennet o Emma Woodhouse.

Gillian Dow, directora de la vecina ChawtonHou­seLibrary -la casa de Edward Austen y donde hoy se archiva la obra de la escritora- trata de poner orden entre tanto mito. Con orgullo, presenta los manuscrito­s de sus obras teatrales tempranas, con tachones, correccion­es y apuntes. “La familia alentó el mito de que era una escritora perfectísi­ma y que lo hacía de corrido, pero trabajó y revisó duramente todos sus textos”, sostiene.

Según Dow, la vigencia de Austen se debe a que supo crear personajes en los que cualquiera puede reconocers­e y que no estaban exentos de imperfecci­ones. “Sus personajes son intemporal­es y su manera de expresarse, maravillos­a”, añade. Así, aunque las historias de Austen quedaron “olvidadas” durante el siglo XIX, “hoy en día es más popular que nunca desde su muerte”.

Lo mismo opina Louise West, comisaria de la exposición La misteriosa­señoritaAu­sten en Winchester. “En aquel entonces, no era para nada inusual que una mujer escribiera. Pero Austen era un genio, su conocimien­to de la psique masculina era fenomenal, y eso mucho antes de Sigmund Freud”, explica.

Jane Austen tenía sólo 41 años cuando falleció tras un rápido deterioro de su salud (posteriorm­ente se consideró que a causa de la enfermedad de Addison). En la catedral de Winchester, donde fue enterrada -no por su fama, sino por su estrecha relación con la iglesia- se celebran este año varios homenajes.

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