Bien calificados: Standard & Poor’s mejora la perspectiva para México
El análisis de la agencia versa sobre muchos aspectos de la economía nacional, la política, los asuntos internacionales y los programas públicos
La agencia calificadora Standard & Poor’s (S&P) incrementó la perspectiva de la calificación soberana de México de negativa a estable. Esto significa, en primer término, un mejor acceso a los mercados financieros para el gobierno federal y las empresas. Pero, sobre todo, es una señal de que los esfuerzos realizados han permitido que la economía del país esté mejorando en beneficio de las familias mexicanas.
Esta señal corrobora lo que hemos podido observar en otras variables de la economía, como la apreciación del tipo de cambio y una mejora en las expectativas de crecimiento de los analistas del sector privado y los organismos internacionales.
El análisis de la calificadora versa sobre muchos aspectos de la economía mexicana, la política, los asuntos internacionales y las políticas públicas. En esta ocasión me gustaría destacar los argumentos más relevantes en torno al desempeño de la economía y las finanzas públicas, porque en este comunicado hay mensajes útiles para la toma decisiones que están en puerta.
La agencia destaca que “una economía flexible ha permitido que el país se ajuste a las cambiantes condiciones internacionales, entre ellas, una caída considerable en el precio del petróleo y la depreciación del peso mexicano, al tiempo que mantiene un crecimiento estable y una inflación baja, a pesar de las presiones inflacionarias de corto plazo que no esperamos que persistan.” Esta aseveración es quizás la más importante de todo el comunicado. Los mexicanos debemos estar orgullosos de haber podido construir una economía resistente frente a choques tan severos del exterior como los que hemos enfrentado. Esta resistencia es la que explica que hayamos mantenido una calificación de BBB+, tres niveles arriba del grado de inversión, durante este periodo.
El análisis de la calificadora respecto a la política fiscal atiende una perspectiva de corto, mediano y largo plazos e ilustra tres conceptos que considero deben prevalecer al tomar decisiones públicas, particularmente en el ámbito fiscal: oportunidad, responsabilidad y perseverancia.
S&P enfatiza que “la rápida reacción de las autoridades gubernamentales mexicanas a los recientes shocks negativos” ayudará a estabilizar el nivel de deuda. Esta apreciación subraya la importancia de tomar decisiones oportunas. El comentario enfatiza la necesidad de no posponer decisiones cuando se enfrenta un choque adverso, ya que hacerlo solo incrementa los costos del ajuste.
La calificadora señala que “las reformas fiscales previas han ayudado al gobierno a absorber en gran medida la baja sustancial de los ingresos relacionados con el petróleo en años recientes”. Desde 2012, los ingresos tributarios como proporción del PIB han crecido en 5.5 puntos porcentuales, registrando un nivel históricamente alto de 13.9 por ciento en 2016, lo que permitió, más que compensar, la disminución en los ingresos petroleros. Este señalamiento tiene una perspectiva de mediano plazo, se remonta al inicio de esta administración y enfatiza la importancia de tomar decisiones responsables para preservar la estabilidad y aumentar el bienestar de la población, dejando en segundo término si éstas resultan dolorosas, y por tanto impopulares, al momento de tomarse.
Finalmente, hay un reconocimiento al país en un horizonte de largo plazo.
La agencia reconoce que “las calificaciones de México reflejan su historial de cautelosas políticas fiscales y monetarias, lo que ha contribuido a que el país mantenga déficits gubernamentales moderados y una baja inflación, así como un nivel moderado de deuda externa”. La responsabilidad fiscal no da frutos inmediatamente, se requiere un esfuerzo sostenido y perseverante para empezar a cosechar. Desafortunadamente, la irresponsabilidad fiscal sí tiene impactos inmediatos y por lo tanto el esfuerzo de muchos años se puede perder en un instante político. Por esta razón, los mexicanos debemos aquilatar el patrimonio que constituye nuestra reputación de responsabilidad, que se ha construido durante décadas, requiriendo de un enorme sacrificio de parte de todos.
La mejora en la perspectiva de la calificación es un reconocimiento a la buena labor realizada y a los sacrificios compartidos, pero no debe entenderse como una invitación a relajar la disciplina que nos permitió alcanzarla. México emprendió una trayectoria de consolidación fiscal en 2013 que se ha cumplido cada año. Esta estrategia está diseñada para culminar en 2018, alcanzando un balance presupuestal que nos permitirá reducir el nivel de endeudamiento de manera sostenida. Lograr este objetivo implica un esfuerzo adicional en la elaboración del presupuesto del año que entra. Este esfuerzo es menor que el de los últimos años, pero no por eso menos necesario.
Las decisiones de finanzas públicas deben guiarse únicamente por la perspectiva de mejorar el bienestar de las familias mexicanas. No debemos tomar las decisiones únicamente para sacar una buena calificación, pero sí es válido reflexionar sobre las mismas y el razonamiento que las respalda, ya que provienen de un observador externo e imparcial, y pueden contener lecciones útiles. También es válido celebrar cuando hay una buena noticia, para reforzar la certeza de que vamos por buen camino y que debemos perseverar ante cualquier adversidad que se pueda presentar.