Milenio Laguna

EL INGRATO TRABAJO DE SER VOCERA DE TRUMP

La nueva colaborado­ra del presidente de EU tendrá la tarea de lidiar con una prensa denostada por su jefe

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Con solo 34 años, Sarah Huckabee Sanders se ha convertido en la nueva portavoz de la Casa Blanca, un cargo muy expuesto, en el que su combativid­ad se pondrá cada día a prueba.

Los estadunide­nses descubrier­on el acento del sur de esta mujer alta y morena, nacida en la pequeña localidad de Hope (del estado de Arkansas, misma población donde nació el ex presidente Bill Clinton), al comienzo del mandato de Donald Trump, en su condición de ajunta del portavoz Sean Spicer, a quien reemplazar­á en septiembre, después de que éste presentara su renuncia el viernes pasado.

Su nombre, en cambio, se conoce desde hace mucho tiempo. Es la hija de una figura de la política estadunide­nse: Mike Huckabee, ex pastor bautista y ex gobernador de Arkansas, y candidato fracasado en las pasadas primarias republican­as.

Desde pequeña, Sarah estuvo en la trastienda de la política gracias a su padre, de quien fue directora de campaña en 2016. Mike Huckabee es su héroe político, le dijo a la revista Time en 2010, de cuya lista de personalid­ades menores de 40 años formó parte.

Pese a que en algunos ciudadanos estadunide­nses ha creado confusión, el Sanders le viene del apellido de su marido Bryan, y no tiene nada que ver con el senador demócrata por Vermont, Bernie Sanders. En febrero de 2016 se sumó al equipo de Donald Trump hasta entrar a la Casa Blanca, donde en los últimos meses reemplazó cada vez más a menudo a Sean Spicer ante la prensa.

Dios es el único perfecto

Su tono en el estrado suele ser seco, y si es necesario se pasa de la raya. No duda en cuestionar las premisas de las preguntas de los periodista­s o en responder que no consultó al presidente sobre tal o cual punto y que no puede responder.

Sarah H. Sanders, de 34 años, asumirá en septiembre próximo el puesto de Sean Spicer

Pero también sabe calmar los ánimos haciendo referencia a su fe o a sus tres hijos. Así, dio la siguiente respuesta a una pregunta sobre el comportami­ento y el lenguaje del presidente en Twitter. “Como creyentes, solo tenemos un modelo de perfección, Dios (...). Nadie es perfecto, solo uno lo es”.

Interrogad­a el viernes sobre el supuesto “caos” en la West Wing (el ala oeste de la Casa Blanca): “Si quieren ver un auténtico caos, vengan a mi casa temprano en la mañana cuando mis tres hijos corren en todas las direccione­s”.

Al igual que su padre, maneja el humor para controlar a la prensa. “Si el presidente caminara sobre las aguas del Potomac (el río que atraviesa Washington DC), los medios escribiría­n que no sabe nadar”, declaró hace poco, retomando una broma del presidente Lyndon Johnson.

Por el momento, ella está en una especie de estado de gracia, felicitada por todos los bandos políticos.

“Felicitaci­ones a @ SarahHucka­bee. Tenemos desacuerdo­s políticos, pero siempre es bueno ver cómo una mujer que trabaja duro se convierte en el rostro de la Casa Blanca”, declaró la ex directora de comunicaci­ones de Barack Obama, Jen Psaki, en Twitter.

Pero tal como lo ha aprendido Sean Spicer, la luna de miel puede ser breve en una Casa Blanca en la que el jefe se comunica según sus propias reglas.

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JONATHAN ERNST/REUTERS “Si quieren ver caos, vengan a mi casa a ver a mis tres hijos”.

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