Con el TLCAN, sobre engaño no aviso
Ildefonso Guajardo y su equipo de negociadores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ya tienen bien detectado lo que Donald Trump y su gobierno quieren en la renegociación de “el peor acuerdo en la historia”, según el inquilino de la Casa Blanca.
El titular de SE lo dejó en claro ante el Senado: 1) el balance en el intercambio comercial (el coco de Trump en forma de déficit), 2) el arbitraje en temas de dumping, asentado en el famoso Artículo 18, y 3) las salvaguardas, donde si México y Canadá lo dejan pasar, EU establecería con gusto un “mecanismo automático para reintroducir aranceles”.
No es que Guajardo tenga la bola de cristal: estos ítems se incluyen en los objetivos que la administración Trump presentó hace unos días ante la opinión pública de su país.
De dicho documento hay un impecable análisis de expertos del Instituto Peterson para la Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), un muy reputado centro de estudios que ha dado varias campanadas en cuanto a criticar la visión aislacionista y anticomercio global que quiere imponer Trump.
En sus notas a esta agenda del TLCAN, uno de los analistas de PIIE – Gary Clyde Hufbauer– afirma que Trump se equivoca al querer arremeter contra el tratado como una forma de eliminar los “desbalances” en la relación comercial.
Como saben, el presidente estadunidense ha criticado el déficit comercial con nuestro país, que ronda ya los 70 mil mdd (cuando solo con China asciende a 360 mil mdd). Según Hufbauer, atajar el flujo comercial vía TLCAN es erróneo, pues para mejorar sus desbalances, EU debería mejor enfocarse en instrumentos internos: el balance fiscal y la forma en que el dólar juega en los mercados financieros. “El déficit comercial de EU con México representa menos de 10 por ciento del déficit total de EU con el mundo”, explica Hufbauer, “no es una cifra relevante, ya que el gobierno de Trump soslaya por completo los beneficios que representan las importaciones (de México)”.
Otra parte que subraya Hufbauer es sobre las reglas de origen, que “no deberían discriminar los productos de México o Canadá ni dar preferencia a los de EU. La meta en esta negociación debería ser un piso parejo para todos”.
En general, tanto en México como en Canadá las señales indican que la renegociación del tratado será tan descarnada como se anunciaba.
Guajardo lo tiene claro, lo mismo que muchos analistas, quienes dicen que, a pesar de todo el ruido, lo anotado en la agenda del tratado de la Casa Blanca no es tan descabellado. Quizá lo descabellado es que ni en México ni en Canadá se tenga un documento similar.