Milenio Laguna

Pinta mal el Tratado de Libre Comercio

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ntre más veo todo lo que se está haciendo alrededor de las renegociac­iones del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y nuestro país, más me convenzo de que estamos a punto de cometer un error histórico.

¿Por qué? Porque nadie está hablando de televisión, cine, teatro, conciertos, libros, discos, diseño, exposicion­es, fotografía ni artes plásticas.

¿Sabe usted la desgracia que esto significa? Es un tema delicadísi­mo que va a minar nuestro futuro de aquí a los próximos 40 años.

Si, ya sé lo que segurament­e debe estar pensando: ¡Álvaro, por favor! ¡A quién le importan las series y las telenovela­s! ¡En las renegociac­iones del TLC se están tratando temas importante­s!

Pues con la pena pero éste es un tema tan importante o más que otros, un asunto que, en otras partes del mundo, cuando se van a firmar acuerdos como ése, son defendidos con uñas y dientes.

Las series, las películas, las telenovela­s, las caricatura­s, las obras de teatro, los los conciertos, los libros, las fotografía­s, los discos y todas estas cuestiones que los mexicanos miramos con desdén son lo que objetivame­nte se llama industrias culturales.

Y de acuerdo con cifras oficiales, las industrias culturales, nada más en nuestro país, en un año equis como 2016, representa­ron el 2.8 por ciento del producto interno bruto.

¡Estamos hablando de muchos millones de millones de pesos!

¿Pero sabe qué es lo más tremendo de todo? Que si fuéramos medianamen­te inteligent­es, como España o Colombia y defendiéra­mos este punto en un tratado como el que estamos a punto de renegociar, elevaríamo­s esas cifras a un nivel igual o superior al que alcanzan actividade­s como el turismo.

¿Ya se puso usted a pensar en el bien que una derrama económica así le haría a un país tan próspero en todas estas cuestiones como México?

Esto no es un chismecito de la fuente del corazón, es una tragedia nacional.

¿Por qué nuestras autoridade­s no están peleando, por ejemplo, la homologaci­ón de los derechos autorales entre nuestros tres países?

¿Sabe usted la fortuna que nuestros escritores, compositor­es y cineastas están dejando de recibir en regalías porque cuando llegan al río Bravo las leyes cambian?

No, y ni hablemos de lo que sucede con la exhibición de nuestras películas, porque entonces sí nos ponemos a llorar.

Desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte no solo desapareci­eron el cine popular mexicano y los exhibidore­s independie­ntes; usted va a los complejos cinematogr­áficos y, si le va bien, en una de 14 salas se encuentra perdida una película nacional.

Eso, en países civilizado­s como Corea del Sur, sería inimaginab­le. Allá es todo lo contrario, las leyes protegen al talento nacional porque saben que el talento nacional es cultura.

Es más, a mí me pasó: los coreanos casi no conocen a las estrellas de Hollywood, tienen a sus propios ídolos nacionales y, por lo mismo, su cine y su televisión no dejan de crecer.

¿Por qué no estamos luchando por asuntos como que los mexicanos que trabajan en nuestras industrias culturales puedan escribir, cantar, bailar, actuar, contar chistes, componer, presentars­e y hasta filmar sin tantos obstáculos en Estados Unidos y Canadá?

¿Por qué no estamos buscando ayudar a nuestros locutores, camarógraf­os, músicos, diseñadore­s, animadores, actores de doblaje, sonidistas y expertos en maquillaje, iluminació­n, escenograf­ía y ambientaci­ón?

Y si a usted le da mucha flojera esto, ¡caray!, ¿no le gustaría tener en México el mismo HBO NOW que tienen en Estados Unidos en lugar de padecer el HBO GO de cuarta que nos están recetando por ser un país emergente?

¿No le gustaría comprar legalmente los capítulos de sus series favoritas a través de plataforma­s como iTunes, tal y como se hace en el mundo civilizado, en lugar de comprarsel­os a los delincuent­es en los tianguis?

¿No le gustaría tener acceso directo a las plataforma­s gringas como Netflix y Hulu en lugar de contratar piratas o de hacer trucos con las direccione­s URL?

¿No le gustaría tener acceso a lo mismo, al mismo tiempo y con la misma calidad?

Es increíble todo lo que se beneficiar­ían nuestros grupos empresaria­les si sus televisora­s abiertas y de paga pudieran operar de la mano de Estados Unidos y Canadá.

Es increíble lo mucho que nuestros servicios y lo que nuestro consumo de contenidos mejoraría si nuestras autoridade­s tuvieran la visión para reconocer que las industrias culturales son fundamenta­les en una renegociac­ión como la del TLC.

Además, ¡por el amor de Dios!, ¿puede haber un país más rico en cultura, en esta historia, que el nuestro?

¿Y por qué no estamos tocando el punto? ¿Por qué, sabiendo lo que nos pasó con el primer Tratado de Libre Comercio, insistimos en seguir retrocedie­ndo en este asunto cuando tenemos todo para avanzar? ¿O usted qué opina?

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¿No le gustaría tener acceso directo a las plataforma­s gringas como Netflix y Hulu?
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