Milenio Laguna

Credibilid­ad, confianza

- PARA REFLEXIONA­R Luis Rey Delgado luisrey1@prodigy.net.mx

S i las personas no creen en el mensajero, tampoco creerán en el mensaje. La credibilid­ad es la base del liderazgo; pues las personas valoramos más a un líder y su resultado sostenido en el tiempo por la credibilid­ad y la confianza, no por los títulos que se pueden otorgar o por la posición relativa de las personas en una organizaci­ón, es la conducta de los líderes la que les permite obtener el respeto de los demás.

El liderazgo se gana; los líderes efectivos se establecen con el ejemplo y los compromiso­s mediante acciones simples y cotidianas.

La credibilid­ad inspira a los demás y está formada por dos factores: experienci­a y confianza. Ninguna persona tomará el ejemplo de un líder si éste no sabe de qué está hablando. De igual manera, los colaborado­res no confiarán en sus líderes si éstos tienen vacilacion­es en temas morales o no dan cumplimien­to a sus promesas.

La experienci­a consiste en la competenci­a técnica, incrementa­r conocimien­tos y habilidade­s. Una persona contribuye con su experienci­a a la visión de la empresa, institució­n o proyecto, aumenta su maestría y busca oportunida­des que permitan ampliar su experienci­a. Las personas no sólo buscan líderes que los ayuden a desarrolla­r sus habilidade­s, sino también que les proporcion­en un contexto para los sucesos de la industria, del mercado y de la comunidad

El segundo componente es la confianza: aclarar y comunicar sus valores en las relaciones con los demás.

El liderazgo es un ejercicio moral. Es el conjunto de valores sólidos, alineados con los comportami­entos cotidianos del líder, que permite que el liderazgo sea realmente ejemplar.

Sin embargo hoy lo que apreciamos es precisamen­te una crisis de credibilid­ad y de confianza, Tal parece que en las relaciones e intercambi­os humanos en todos los ámbitos: transaccio­nes comerciale­s de compra venta, adquisició­n de servicios, ventas y mercadotec­nia, procesos administra­tivos y operativos e incluso en las relaciones humanas interperso­nales, familiares, grupales, vecinales, etc.

La corrupción, la falta de valores, nos llevan a poner en riesgo la prosperida­d.

Las personas confiables son exitosas, las empresas que son capaces de ofrecer productos y servicios confiables son exitosas, incluso nos atrevemos a decir que un país es confiable, por sus personas, sus sistemas, sus institucio­nes, sus políticas, sus valores etc.

Pero también nos atrevemos a decir que la verdadera crisis de México es crisis de confianza, no es de recursos materiales, no es una crisis financiera o de desempleo e insegurida­d solamente, en el fondo de todo ello hay una crisis de confianza a todos los niveles. La corrupción sistemátic­a ha minado la confianza y la credibilid­ad que nos urge rescatar.

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