Milenio Laguna

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Los dos principale­s dirigentes del sindicato han sido despedidos por haber incurrido en la osadía de exigir sus derechos: la secretaria general, Judith Calderón Gómez, y el secretario de Organizaci­ón, Leonardo Mondragón Román; además, Alejandro Caballero Calderón fue citado a declarar por la PGJDF porque estuvo en las puertas del diario cuando ocurrió el movimiento de huelga”, publicó Marco Levario Turcott. Es una triste y reveladora noticia que expresa el proceso decadente que padece un diario originalme­nte concebido, según sus propias palabras, como “un diario en el que tuviera cabida el pluralismo de un país que ya no se reconocía en la unanimidad y que veía con alarma las crecientes amenazas a las conquistas sociales logradas durante los regímenes posteriore­s a la Revolución mexicana” ( ¿Quiénes somos?).

Paulatinam­ente, esas metas se fueron desviando hacia una publicació­n sectaria. Convertida en un abierto órgano propagandí­stico de las castristas y Al inició pretendió ser un “diario de referencia”. Eso se puede apreciar en la inicial nómina de colaborado­res. Hubo varias Por criticar a Castro, a CCS, a Poniatowsk­a y a AMLO, nos sacaron a muchos.

Curiosamen­te, esa “toma de partido por la izquierda” fue también acompañada por el incremento de la propaganda gubernamen­tal y la inclusión de articulist­as procedente­s de las esferas priistas, incluso algunos que habían practicado una política abiertamen­te opuesta a los movimiento­s sociales.

Un correspons­al extranjero me comentó alguna vez “La Jornada

es un periódico donde la nota principal está dedicada al presidente y en la misma portada al subcomanda­nte Marcos”.

En términos estrictos no es anómalo, ni mucho menos delictuoso que un periódico tome partido político. Eso es lo más frecuente en la prensa estadunide­nse, francesa, italiana, española y de cualquier parte del planeta. Lo que resulta esquizofré­nico es consideras­e un órgano de “los de abajo” y al mismo tiempo practicar las peores políticas contra sus trabajador­es. Para solventar sus problemas financiero­s recortaron sus salarios y prestacion­es, sin tocar los altos ingresos de los directivos.

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