Trump y la negociación imposible
Trump está en campaña. Trump vive en campaña.
Podemos hacernos ilusiones, pero está claro que el único objetivo de Trump es siempre ganar a toda costa. Y ganar, hoy en día para él, significa cumplir sus más frecuentes promesas de campaña para que lo hagan ver como un tipo duro, que cumple lo que promete.
Leer el insoportable discurso del martes en Arizona lo deja más que claro.
Lo primero, como en toda campaña, es retener y dar energía a la base. Y es por eso que Trump no se aleja nunca del discurso racista, xenófobo, nacionalista, anti-Washington.
Podrá meter con los números, las estadísticas, los hechos, pero lo que le importa es seguir transmitiendo emociones. No hay racionalidad que valga.
Donald Trump se refirió en Arizona a dos temas que afectan de manera directa a México y a los mexicanos.
Se refirió una vez más al muro e hizo una amenaza pública de una negociación que lleva semanas en privado. Trump ha dicho que no habrá acuerdo presupuestal posible si no incluye el dinero para su muro. Que no haya acuerdo presupuestal significa “cerrar” el gobierno, que es con lo que amenazó. Esto, por cierto, ya ha sucedido antes por líos entre republicanos y Casa Blanca demócrata. Trump también ha prometido al Congreso mantener el programa DACA (Dreamers) si le dan el dinero para el muro. En este asunto, el gobierno mexicano calló. Luego insistió en que él quiere terminar con el TLC y que cree que será lo que terminará sucediendo, pero que está dando oportunidad a los negociadores. El jefe de su equipo negociador ayer lo respaldó.
El gobierno mexicano lo ha interpretado públicamente como una táctica de negociación. Creo que deben verlo como un objetivo trumpiano de la negociación. A Trump no le interesa un mejor tratado, no nos engañemos ya. Le interesa decir que ahora tiene uno que reduce su déficit comercial, que castiga a las empresas que se quieran ir a México, en el que en todo ganen ellos, pues.
Porque eso es lo que prometió y eso es lo que tiene que presumir frente a sus votantes los próximos años.
Por eso es que ayer el presidente de Estados Unidos dijo — extrañamente— la verdad: lo más probable es que terminemos sin tratado porque el objetivo de Trump será inaceptable para las contrapartes.
Tal vez la única duda es para qué perder el tiempo.