“El Internet ha acabado con la gramática, vivimos una especie de barbarie sintáctica”. Mario Vargas Llosa
E n un principio, el auge de los teléfonos celulares transformó la dinámica de comunicación entre los seres humanos, disminuimos el uso de la escritura y acentuamos el trato oral. Sin embargo, este impase tuvo una vigencia relativamente exigua, puesto que con el uso del correo electrónico y el chat en los dispositivos móviles, vinieron a modificarse de nueva cuenta los patrones de comunicación y regresamos al uso de la palabra escrita.
En la actualidad nos enfrentamos a un polémico debate entre la importancia de escribir a simples trazos o escribir, y hacerlo bien. Atrás quedaron los días en los que para comunicar algo a nuestra familia, solíamos dejar una tarjetita pegada en la nevera, hoy enviamos mensajes de texto o Whatsapps. Y es precisamente en ese terreno, donde se acentúa la problemática. Los usuarios (no todos, pero sí una inmensa mayoría), han iniciado una nueva evolución del idioma: Cambiar o comerse letras, abreviar, e inclusive jugar con el uso de mayúsculas y minúsculas.
Era digital, ¿Evolución o defensa a ultranza de la regla? El lenguaje español es la tercer lengua más utilizada para la producción de información en los medios de comunicación, aunque un ciudadano común, apenas usa unas 300 palabras de las más de 283,000 que componen el idioma.
Una persona bien informada utiliza alrededor de unas 500, un escritor o periodista puede llegar a las 3,000 y Cervantes usó más de 8,000 en sus obras. Ante tal riqueza de vocabulario ¿Es necesario que el cambio obligue abreviar, si tenemos una palabra clara y específica para cada cosa que pretendemos comunicar?
Seguramente quien domina el lenguaje en su sentido estricto y formal, no tendrá ningún problema para comunicar ideas de manera precisa, incluyendo interpretar estas nuevas formas de comunicación abreviada. Pero, ¿Sucederá a la inversa para quienes comienzan a padecer esta desfachatada estrechez lingüística? Ojalá y en la medida en la que se nos achiquen las palabras, no lleguen a encogerse también, las ideas y sentimientos.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.