Torreón: las causas del desastre
Todo ejercicio racional de gestión pública exige la determinación de prioridades, debido a que las necesidades son muchas y los recursos limitados. Las últimas administraciones de Torreón no han partido de ese principio, de ahí, el deplorable estado de los servicios básicos.
De manera absolutamente irresponsable, quienes estuvieron -y siguen estando aunque, gracias al voto ciudadano, ya por breve tiempo- al frente de la Alcaldía torreonense decidieron despilfarrar el dinero del erario en obras que no tenían razón de ser dadas las circunstancias que atravesaba el Municipio, mismas que se agravaron con sus decisiones.
Hicieron del lujo una necesidad -y una necedad también- y ahora pagamos las consecuencias: escasez de agua potable, drenaje insuficiente, inseguridad por delitos del fuero común, pavimento hecho pedazos y, aunque lo nieguen, un sistema de alumbrado decepcionante y muy costoso.
Se gobernó desde la ocurrencia, el lucimiento personal y la improvisación. Hay que agregar, para colmo de los males, la corrupción y el servilismo hacia los Moreira que, sin pudor alguno, trataron a los exalcaldes como empleados a su disposición, irrespetando la autonomía municipal para imponer sus deseos y caprichos, todos ellos alejados de las necesidades reales de los torreonenses.
Hoy Torreón tiene compromisos a los que no puede hacer frente con holgura porque sus finanzas están desastradas. Es obvio que se hizo muy poco por mejorar la calidad de los servicios públicos; pero ¿qué tal los recursos que se destinaron, por ejemplo, para el pagó a empresas restauranteras encargadas de consentir gastronómicamente a Riquelme e invitados?
En medio de fierros retorcidos y humeantes, quienes llegarán al Ayuntamiento deberán encontrar las “cajas negras” que expliquen los detalles del desastre. Pero, todos sabemos que el error fue de la irresponsabilidad de los pilotos que, en vez de dirigir la nave a buen puerto, se pusieron a hacer piruetas y acrobacias en el aire.