UNA HORA Y 10 MINUTOS DE LECTURA, 20 DE DESPEDIDA...
El Presidente disfrutó el cierre de la ceremonia entre abrazos y selfies, quiza el inicio del fin de su sexenio, pues en un año ya se sabrá el nombre de su sucesor
Enrique Peña Nieto, feliz, terminó el mensaje con motivo de su quinto Informe de gobierno, enviando abrazos, cerrando el ojo y repartiendo selfies; tras leer un discurso durante más de 70 minutos, se pasó otros 20 en la despedida.
Su mensaje fue el de las certezas: la de “haber transformado al país en los últimos años”, la de un “México mejor que hace cinco años” y la de que en menos de 20 años seremos un país desarrollado que hable inglés.
Disfrutó la salida de la ceremonia y quizá el inicio de la despedida de su gobierno, porque el próximo año, cuando entregue su sexto Informe, ya habrá presidente electo. El poder compartido, el lame duck, el “pato herido” que le llaman en EU.
Por ahora, la representación de la República lo celebra, le aplaude cuando advierte a Estados Unidos, aun sin mencionarlo: “No aceptaremos nada que vaya contra nuestra dignidad como nación”; lo mismo cuando agrega: “Estamos ante una encrucijada... la disyuntiva es muy clara, seguir construyendo para hacer de México una de las potencias mundiales o ceder a un modelo del pasado ya fracasado”.
Ahí estaban gobernadores, empresarios, medios, otros poderes y los protagonistas de las historias de éxito, eje de la campaña “Las cosas buenas cuentan”. El procurador general Raúl Cervantes y el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, durante la ceremonia.
Por la Cámara de Diputados, solo la vicepresidenta Gloria Imelda Félix Niebla ante el desacuerdo que impera para ratificar a Jorge Carlos Ramírez Marín. Por el Senado, al otro costado, lo flanquea Ernesto Cordero, quien llega casi a punto de iniciar la ceremonia, a unas horas apenas de la tempestad que desató en el PAN su arribo a la Mesa Directiva.
En el presídium hay media docena de aspirantes declarados a la Presidencia que siguen con atención el discurso de Peña Nieto, tanto entre los secretarios del gabinete como entre los gobernadores.
Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la Ciudad de México, saluda a su vecino Alfredo del Mazo, quien en dos semanas rendirá protesta como gobernador del Estado de México. También asiste Miguel Riquelme, de Coahuila.
Los ausentes son Graco Ramírez, gobernador de Morelos, enfrentado con la Secretaría de Comunicaciones y transportes por el socavón, de gira en Japón, y Carlos Mendoza, de Baja California Sur, debido a los estragos de la tormenta Lidia.
De entre los mil 400 invitados que colman Palacio Nacional, destaca la corpulencia de Carlos Slim, quien llega acompañado de su hijo; también la del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, y cerca de él, Emilio Azcárraga, el cardenal Norberto Rivera, María Elena Morera, Diego Fernández de Cevallos y los líderes de los partidos, aunque el del PAN mejor no apareció.
Una hora y 10 minutos de lectura apoyada en tres discretas pantallas de acrílico con teleprómpters. Uno hacia cada eje del patio para poder mirar a sus invitados.
Es el Informe de las cosas buenas que se cuentan y “queremos que sigan contando”. Sus protagonistas son un grupo de invitados especiales que grabaron los spots de la campaña, por lo menos a tres los menciona y saluda.
La lectura se prolonga y, con discreción, Alejandra Lagunes, coordinadora de la Estrategia digital, voltea a su celular, que los hashtags no se ponen solos. Omar Fayad, gobernador de Hidalgo, hace lo mismo, igual Enrique de la Madrid, secretario de Turismo.
Al terminar Peña Nieto pidió no convertir las diferencias en divisiones ni confundir a los rivales con enemigos. Vienen los aplausos. Toma una menta para refrescarse y le envía un abrazo a su esposa, sentada frente a él junto a sus hijos y el senador Emilio Gamboa.
En la despedida, apoyado por su esposa, tomó las innumerables selfies que le piden los invitados especiales, aquellos para quienes se reservaron las secciones 1, 2 y 3 del patio principal del Palacio.