SE PRESENTÓ AYER EN LA CASA DEL LAGO Patti Smith: ritual de poesía y música
Leyó fragmentos de su biografía, poemas y una obra dedicada a Roberto Bolaño, además de interpretar algunas de sus canciones emblemáticas
DXavier Quirarte/ México ejad que los jóvenes se acerquen a mí”, podría proclamar Patti Smith. Lozanos, en su mayoría, eran los rostros de quienes ayer hicieron fila para asistir a su recital de poesía y música. Los primeros llegaron a partir de las seis de la mañana para alcanzar lugar en el foro abierto de Casa del Lago Juan José Arreola, y no perder ni una palabra ni una nota del espectáculo Hecatomb.Sesiones delCaféLaHabana.Poesíaen Voz Alta.
Smith llama la atención de los jóvenes por su espíritu contestatario y su proclama, contenida en su canción-emblema, de que “la gente tiene el poder”. Aunque no viniera en esta ocasión para ofrecer un concierto, estar cerca de su ídolo fue incentivo suficiente para que la fila llegara desde la entrada de Casa del Lago hasta Reforma. Todos bien portados. Si Patti hubiera venido en los años 70 u 80, esto hubiera sido, como se decía entonces, un San Quintín.
Ahora un locutor de engolada voz pide al público mostrar “una conducta de respeto y cordialidad para garantizar la seguridad de todos”, lo que sale sobrando: todos entran en tandas, civilizadamente, sin atropellarse, porque nunca han recurrido al portazo y fueron educados con el concepto nocorronoempujo.
Y aunque le llamen lamadrina delpunk, Smith, su generación —y los que seguimos detrás—, no somos los mismos de antes. Ahora se da tiempo de ser más reflexiva, por momentos se indigna, pero es más contenida. Por eso, en el escenario, donde esperan dos guitarras, no se presagia tormenta.
Comienza su ritual de música y poesía con la letra, recitada, de “People Have the Power”, canción emblemática, escrita con su segundo esposo, Fred Sonic Smith, ya fallecido, a quien recordó con afecto. Luego vino una hermosa remembranza de su primera pareja, el fotógrafo Robert Mapplethorpe, también
Juan Villoro leyó de forma plana un texto de la cantante, de forma contraria a su vitalidad
difunto, con la lectura de un fragmento de JustKids, libro de memorias.
Elige un fragmento que hace referencia de cuando, a fines de los años 60, vieron en la calle uno de los espectaculares que, firmados por John Lennon y Yoko Ono, anunciaban: “La guerra ha terminado”, y, en letra más pequeña, “si tu lo quieres”. Relaciona este espectacular con el que ella ocupa en la esquina de Sonora y Nuevo León (“New Lion”, dice en tono de broma), como parte del proyecto SesionesdelCaféLa Habana, organizado por Galería Kurimanzutto.
Luego de una hermosa revisión de “Wing”, primera canción a dueto con el guitarrista Lenny Kaye, canta una versión a capela de “Mothers of the Disappeared”, de Bono. La dedica a “las madres y padres que perdieron a sus hijos, 43 estudiantes. Siempre recordamos a la gente desaparecida por las fuerzas oscuras”.
Luego de “Dancing Barefoot”, otro de sus éxitos, y “Grateful”, dedica “My Blakean Year” a los detectives salvajes, en alusión a la novela de Roberto Bolaño. Después Juan Villoro lee la traducción de “Hecatomb”, poema de Smith dedicado al chileno. La lectura fue plana, contraria a la vitalidad de la poeta y cantante, quien mejor debiera haber presentado su poema en inglés.
Patti dedica una canción al recién fallecido actor y dramaturgo Sam Shepard, su amigo, porque por estar en México no pudo asistir a un homenaje que se le rendía en Kentucky. “Cómo amaba México —recordó—. Nuestro sueño era subir a una camioneta y explorar México. Sam: estoy en México y esta canción es para ti”.
Después de una sentida versión de “Can’t Help Falling In Love”, anuncia: “Esta pequeña canción es para todos”, para entonar, coro colectivo incluido, “People Have the Power”. Termina el concierto y todos contentos: pensamos, con Patti Smith, vital septuagenaria a la cabeza, que todavía hay gente con el poder de imaginar.