Informe Presidencial y pobreza
E stos días hemos visto y escuchado, a todas horas, spots sobre el 5ºInforme de Gobierno y mensajes presidenciales acerca de lo bueno que cuenta y que debe seguir contando. Es abrumadora la cantidad y, supongo, también lo será el costo de los mismos. ¡Cuánto afán por buscar cambiar la percepción negativa de la imagen presidencial! Pero la realidad es terca. Lo que no se puede ocultar detrás de las frases, ni siquiera detrás de los números, es la desigualdad y la consiguiente pobreza que persiste, a pesar de que el CONEVAL sostenga que ha disminuido el número de pobres. En los escritorios, en las computadoras, podrán manejarse los datos que se quiera, pero basta con observar nuestro entorno, visitar las comunidades, ver la gente en las instituciones públicas de salud,revisar los niveles de consumo de la población mayoritaria, para darnos cuenta que no se cubren los niveles mínimos de bienestar. Hay pobreza en México y un Informe presidencial como el que se ha presentado no la puede ocultar.
Lo que preocupa es que ni por asomo se perfila un cambio en la políticaeconómica. El sacrosanto modelo neoliberal (ya superado en otros países capitalistas como el nuestro) se mantiene por parte del grupo en el poder. Ya se anunciaron recortes para el presupuesto del 2018, ¿cómo entonces combatir la pobreza y reducir la desigualdad? El gobierno se ha negado a aceptar un aumento real a los salarios mínimos, que incluso los sectores empresarial y patronal han propuesto. Esto es de verdad increíble, pero cierto. Hoy los académicos y activistas sostienen que la única salida para que los 60 millones de pobres superen su condición, es elevar el ingreso de los mexicanos. Los economistas del gobierno siguen asustando (y asustados) con “el petate del muerto” de la inflación, cuando ya especialistas en la materia han señalado que esto no debe ser motivo para contener un aumento salarial que, además, tendría el efecto positivo de reactivar la economía al favorecer el mercado interno. No entienden que el valor o el costo de la canasta de bienestar mínimo, que comprende necesidades alimenticias, transporte, vivienda, salud, cuidado personal, vestido y educación, está por encima del salario mínimo. ¿Hasta cuándo van a permitir que éste sea suficiente, ya no digamos digno?
Frente a la publicidad gubernamental, los problemas del país (y de manera destacada la pobreza) adquieren una mayor dimensión. Ya no se nos puede engañar. Es urgente un cambio de rumbo y de modelo económico.