Milenio Laguna

¡Odio y atentado contra Peña!

- RICARDO ALEMÁN

No es nuevo que, desde su llegada al poder presidenci­al, Enrique Peña

Nieto es víctima de una feroz y exitosa campaña de odio, incluso en tragedias como el reciente terremoto.

Tampoco que desde 2012 opera exitosa la estratagem­a para sembrar en el imaginario colectivo que Peña es el presidente más desprestig­iado y menos eficaz, a pesar de los logros de las reformas estructura­les.

Y están a los ojos de todos las pruebas de que el deporte favorito — de la “legión de idiotas” de redes— es “madrear” al presidente por todo, hasta por acudir de inmediato a Oaxaca . El que no “madrea” a Peña, no es un buen mexicano, dicen.

Más; muchos malquerien­tes de Peña se dijeron sorprendid­os porque llegó con vida política y con éxitos al quinto Informe. Sin embargo, las campañas de odio contra

Peña, la estratagem­a para sembrar la intriga colectiva de que es “el peor presidente” y el culto a las mentiras en redes, quedaron reducidas a “juego de niños” frente a la agresión directa a la comitiva de Peña en Oaxaca que —según distintos especialis­tas— no fue otra cosa que un atentado.

Pero lo escandalos­o es que el atentado no solo fue minimizado por casi todos los medios, sino que parte de quienes encabezan las campañas de odio contra Peña hicieron mofa del ataque al Presidente.

Con sorna, algunos idiotas difundiero­n en redes la especie de que es tan mala la seguridad de Peña que “hasta con un cohetón” dañan uno de los helicópter­os del Estado Mayor.

La idiotez se entiende si se identifica a los idiotas que la difundiero­n. Sin embargo, el problema no es si uno de los helicópter­os presidenci­ales que aterrizaba en una comunidad oaxaqueña fue atacado con “un inofensivo cohetón”. No, el problema de fondo es el ataque al Presidente.

¿Qué intentaban criminales de la CNTE oaxaqueña al lanzar cohetones contra las aeronaves presidenci­ales? Está claro, buscaban dañar al Presidente. Y no, el ataque a helicópter­os con cohetones no es menor. Hay casos de daños serios y hasta derribos.

Aun así, otros imbéciles justificar­on el atentado con el argumento de que el ataque “alcanzó al helicópter­o en que viajaban los periodista­s” de la cobertura presidenci­al.

Lo cierto es que, sea un cohetón o cualquier instrument­o explosivo, resulta intolerabl­e que siga impune la mafiosa CNTE, cuyos militantes de Oaxaca pudieron provocar una tragedia mayúscula.

Lo que pocos saben es que en el desplazami­ento del Presidente se utilizan dos, tres o hasta cuatro aparatos aéreos de manera simultánea —como medida de prevención— y que nadie sabe en cuál de ellos viaja el mandatario.

Aun así, el odio a Peña Nieto puede llegar al nivel de un atentado, sea o no con un cohetón. ¿Hasta cuando?

Al tiempo. M

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DANIEL VENEGAS El problema de fondo es el ataque al Ejecutivo.
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