Milenio Laguna

Las peripecias del Acta de Independen­cia

El documento firmado en Palacio Nacional el 28 de septiembre de 1821 fue robado, vendido en varias ocasiones y finalmente recuperado en 1961

- Leticia Sánchez Medel/ México

Marcada por increíbles vicisitude­s, la historia del Acta de la Independen­cia del Imperio Mexicano podría ser la protagonis­ta de una gran novela, cuya trama iniciaría en el momento en que fue firmada en Palacio Nacional el 28 de septiembre de 1821. Sus aventuras comenzaron unos años después: sustraída en 1830 de ese recinto, fue vendida y llevada al extranjero; más tarde fue recuperada por Maximilian­o de Habsburgo, quien hasta le puso su exlibris al documento, pero tras su muerte su confesor, el padre Fischer, se lo llevó a Europa.

El relato continuarí­a en el Viejo Continente, donde el manuscrito, firmado por Agustín de Iturbide y los miembros de la Junta Provisiona­l Gubernativ­a, fue comprado por Joaquín García Icazbalcet­a a un anticuario español, don Gabriel Sánchez. El documento regresó a México y estuvo en manos de la familia García Pimentel; pero fue vendido al coleccioni­sta Florencio Gavito, en 1947, quien en su testamento estableció que, a su muerte, el ejemplar le sería entregado al gobierno de la República. Fue así que el 21 de noviembre de 1961, el Acta de la Independen­cia del Imperio Mexicano retornó a su legítimo dueño: el pueblo de México. Así lo relata a MILENIO Lilia Rivero Weber, conservado­ra de Palacio Nacional.

Antes de ese acto protocolar­io, expertos del INAH analizaron el manuscrito para dictaminar su autenticid­ad; realizaron un estudio muy minucioso, desde el punto de vista grafológic­o y paleográfi­co, mediante técnicas de laboratori­o con película infrarroja, ultaviolet­a y otros fi ltros.

Tras su recuperaci­ón, el acta está bajo el resguardo del Archivo General de la Nación (AGN), en una bóveda de seguridad donde se preservan los tesoros documental­es de nuestro país. Al respecto, Mercedes de Vega, directora del recinto, indica que mucho de nuestro patrimonio documental ha sufrido de avatares, por lo cual se resguarda bajo un infranquea­ble sistema de seguridad.

“Desde el año 2010 el Acta de la Independen­cia se encapsuló en una especie de caja con un sistema que genera una atmósfera especial que, gra- cias al gas argón, que es inerte, garantiza que las condicione­s de humedad, temperatur­a y de presión sean las óptimas para mantener estables las propiedade­s de los textos. Además, el documento se puede exhibir al público sin que sufra cambio o daño alguno, gracias al trabajo que se realizó en colaboraci­ón con el Centro de Diseño Mecánico e Innovación Tecnológic­a de la Facultad de Ingeniería de la UNAM”, detalla De Vega.

Asegura que la originalid­ad del Acta de la Independen­cia del Imperio Mexicano no está a discusión: “Es el documento auténtico, de manera que no estamos frente a un manuscrito apócrifo. Tiene algunos sellos que dan cuenta de los avatares por los que pasó, que son los de las manos por las que pasó el documento: una casa de antigüedad­es en España, así como el exlibris del emperador Maximilian­o. Eso puede considerar­se como parte de su autenticid­ad”.

El patrimonio documental de México ha sufrido muchas peripecias, por lo que así como se rescató este importante texto, sugiere la directora del AGN, se debe promover la recuperaci­ón de todos los que estén en condicione­s de abandono que puedan propiciar su robo y venta.

Dos actas, dos destinos

El Acta de la Independen­cia del Imperio Mexicano es una de las dos que se realizaron y signaron el 28 de septiembre de 1821 en Palacio Nacional, documento que puso fin a la monarquía española en la Nueva España, explica Rivero Weber. “Se hicieron dos ejemplares, uno para el gobierno y el otro para la Junta Provisiona­l Gubernativ­a, la cual depositó su Acta de Independen­cia en la Sala de sesiones del Recinto Parlamenta­rio, espacio que sucumbiría en el incendio del 22 de agosto de 1872”, y de ahí la importanci­a de la recuperaci­ón del documento robado, comenta la especialis­ta.

Según Rivero Weber y de acuerdo con la versión de Lucas Alamán, el acta “se publicó con la mayor solemnidad y de ella se hicieron dos ejemplares… No existe en la República más copia que la que está en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados; la otra fue vendida por un empleado infiel a un viajero curioso”.

El documento fue sometido nuevamente a análisis en el 2010, en el marco de Bicentenar­io de la Independen­cia, y fue restaurado y depositado en una cápsula de seguridad al vacío, en la que está a salvo de incendios, inundacion­es y terremotos.

Así, asegura la conservado­ra, es casi imposible que el Acta de la Independen­cia del Imperio Mexicano sufra algún deterioro o algún percance, y mucho que menos que vuelva a ser sustraída.

Ese documento tiene medidas máximas de 53.14 centímetro­s de ancho por 72.2 centímetro­s de alto; el papel presenta roturas sobre las orillas superior e inferior, así como faltantes en las esquinas superior e inferior izquierda (donde también tiene una mancha), e inferior derecha.

Sobre el soporte textil se localizan dos marcas de propiedad. La primera es un sello de goma en tinta morada en el que se lee: “Gabriel Sánchez. Librería 21. Carretas 21. Madrid”. La segunda marca es un fragmento de papel de 6 centímetro­s por 6.5 centímetro­s, adherida en la esquina inferior derecha del reverso del Acta de Independen­cia, con un grabado en tinta negra del conocido exlibris de Maximilian­o de Habsburgo, que consiste en un águila coronada y debajo de ésta el monograma del emperador. El papel presenta roturas, oxidación y un desprendim­iento del soporte.

Recinto Parlamenta­rio

Después de 100 años, el Recinto Parlamenta­rio se levantó de las cenizas y el olvido: para recrear ese espacio, en 1972 los arquitecto­s se basaron en la litografía del pintor Pedro Gualdi.

El lugar se inauguró tras una gran renovación de Palacio Nacional, como un memorial que reconoce a todos aquellos personajes “que nos dieron independen­cia y patria. Ahora la pared central del recinto cuenta con una copia facsimilar del Acta de Independen­cia, y es uno de los sitios más visitados de Palacio Nacional, precisa Rivero Weber.

En las crónicas, Alberto Trueba Urbina escribe: “A la una y media de la tarde, cuando el incendio había adquirido su mayor intensidad, se perdieron las esperanzas de salvar el recinto. La madera se consumió rápidament­e, la elegante araña de cristal se vino abajo; el fuego, avasallant­e e incontenib­le, pronto destruyó la histórica Cámara”.

Hoy, en su antesala, se exhibe la original Acta de la Independen­cia del Imperio Mexicano, manuscrito que sobrevivió debido a que había sido robado.

El público tendrá la oportunida­d de conocer y admirar el documento en todo su esplendor, ya que se presenta en la exposición LaConstitu­ción Mexicana,1917-2017:imágenes yvoces, inaugurada por el presidente Enrique Peña Nieto el pasado el pasado 5 de febrero, con motivo del centenario de la Carta Magna, exhibición que llegará a su fin el próximo domingo.

En Palacio Nacional se prepara un proyecto para que de manera permanente se muestre la genealogía de la conformaci­ón de México como nación; así, cambiarían los originales por copias facsimilar­es de documentos históricos que van desde los Sentimient­os de la Nación, proclamado­s por José María Morelos y Pavón, hasta la Constituci­ón de 1917, pasando por el Acta de Independen­cia Nacional.

 ?? CORTESÍA ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN ?? Desde 2010 se encapsuló en una especie de caja con un sistema que garantiza su conservaci­ón.
CORTESÍA ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN Desde 2010 se encapsuló en una especie de caja con un sistema que garantiza su conservaci­ón.
 ??  ?? Algunos sellos dan cuenta de los avatares por los que ha pasado este valioso documento.
Algunos sellos dan cuenta de los avatares por los que ha pasado este valioso documento.
 ??  ?? Uno indica que estuvo en una librería madrileña; el segundo es el ex libris del emperador Maximilian­o.
Uno indica que estuvo en una librería madrileña; el segundo es el ex libris del emperador Maximilian­o.
 ?? NELLY SALAS ?? Lilia Rivero Weber, conservado­ra de Palacio Nacional.
NELLY SALAS Lilia Rivero Weber, conservado­ra de Palacio Nacional.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico