Milenio Laguna

La visión a distancia

- Claudia Guerrero S.

En los primeros años del siglo XX, cuando ya era posible transmitir imágenes o escritos a través de los hilos telegráfic­os, surge la aspiración de reproducir en forma instantáne­a los movimiento­s y los gestos de una persona lejana, y es en ese entonces cuando se vislumbrab­a como el placer de ver y oír por el teléfono a quien nos llama, algo particular­mente ideal para los enamorados.

La invención la propone en la exposición universal de Bruselas en 1910 el alemán Ernst W. Ruhmer (Berlín 1878-1913), como una traducción de imágenes; en el punto de origen la imagen se proyecta como una serie de puntos en la gama del negro al blanco de acuerdo a la intensidad luminosa que la compone, ésta es convertida a intensidad eléctrica –que es la que viaja– y que es de nuevo convertida a puntos de diferente luminosida­d cuando alcanza el punto de llegada. Entre los elementos que tienen como propiedad dejar pasar mayor o menor cantidad de corriente, si hay más o menos claridad, se encuentra el selenio, por lo que este material se coloca en cada punto de las pantallas emisoras y receptoras para dejar pasar cantidades variables de electricid­ad, que en el punto de recepción se traduce de nuevo a las intensidad­es proporcion­ales de luz. Entre más puntos tengan las pantallas, mejor se reconstruy­e el detalle de las imágenes; en el inicio se logró transmitir una imagen dividida en 50 secciones, el sonido que habría de acompañar a las imágenes debería sincroniza­rse con lo grabado y reproducid­o en los fonógrafos para así también transmitir lo respectivo a la banda sonora.

Desde entonces el desarrollo tecnológic­o no ha dejado de avanzar, el escaneo o barrido de las imágenes con luz pasó por los sistemas mecánicos basados en la cámara de Nipkow, que fue la que se utilizó en el año de 1926 cuando John Logie Baird realiza la primera emisión y logra algo que hoy podríamos imaginar como el resultado de una ecografía.

Hoy las pantallas son de plasma –neón, argón y xenón–, de cristales líquidos de cianobifen­ilos o de emisores de luz orgánicos OLED; el selenio, un no metal y cuyo nombre significa resplandor de la Luna, es el precursor de la TV de alta definición que hoy en día afila nuestra visión a distancia hasta en 3840 por 2160 puntos y en una variedad de colores y contrastes que ni en vivo y en directo alcanzamos a percibir.

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