No lucrar con la tragedia
“Es urgente llamar a los dirigentes de los partidos a la serenidad” Mauricio Merino.
Después del dramatismo y de guardar luto por las pérdidas humanas sigue el proceso de reconstrucción ante los daños causados por los sismos del 7 y 19 de septiembre, una empresa trascendental cuyo principal responsable será el gobierno federal, tanto por el diseño de la ruta financiera y su transparencia como por la conducción de los trabajos de reconstrucción en coordinación con los gobiernos locales.
Hay cifras preliminares de que solo en Chiapas y Oaxaca el costo será superior a los 20 mil millones de pesos, mientras que en la Ciudad de México, Puebla, Morelos y el Estado de México aún no hay proyecciones serias sobre el costo final para enfrentar la destrucción. Se sabe que el Fondo de Desastres Naturales tiene asignado en el proyecto del Presupuesto 2018 poco más de 6 mil millones de pesos, suma insuficiente para cubrir la magnitud de la tragedia.
En gran medida el gobierno de Peña Nieto se juega en el último tercio de este año el resultado de la elección presidencial del 18. Tendrá que armar una adecuada ingeniería financiera con la ayuda de las instituciones internacionales para remontar esta desgracia que vive hoy el país, que deberá abarcar además de la reconstrucción incentivos para la recuperación económica de las entidades afectadas.
La nueva emergencia nacional pone a prueba a las instituciones y a toda la clase política hoy vigilada por una sociedad más informada que se comunica en tiempo real por medio de redes sociales y dispositivos móviles principalmente. Deberán leer con mucho cuidado el sentir popular y no subestimarlo.
Se confirma que no hay nada escrito frente al 18 y todo puede suceder. Dos grandes sismos han modificado los escenarios de la sucesión, no están definidas todas las candidaturas y aún faltan más de 9 meses para la jornada electoral del primer domingo de julio.
Es imperdonable lucrar electoralmente con una tragedia nacional. México siempre ha puesto en el sitio que merecen a los falsos redentores.