Brigadista voluntario pierde su “chamba” al regresar a Torreón
LLuis Carlos Valdés / a advertencia estaba dada. Si Edgar Michelle Díaz Jiménez, brigadista lagunero decidía faltar a su trabajo para ir a prestar apoyo a los damnificados por el sismo en el estado de Morelos, sería despedido. Luego de varios días de arduo trabajo en una de las zonas más afectadas por este terremoto en aquella entidad, regresó a su trabajo en Torreón como coordinador de Seguridad y fue despedido. Esta situación la vivieron otros jóvenes brigadistas que como él, decidieron ir a prestar ayuda.
Consciente de que su despido fue una consecuencia de la decisión que tomó, solo agradece a sus jefes el apoyo que le brindaron durante la labor que realizó como coordinador de seguridad en dicha empresa. Hoy busca una oportunidad laboral en otra empresa.
“Me lo advirtieron, yo ya regresé de Morelos en cierta forma preparado para el peor de los casos en mi jale; y sí, mi jefe encargado fue quien me lo notificó. Yo iba por mi cuenta, no por parte de la empresa, de ellos en si no tenía permiso.
Por momentos renuente a hacer comentarios al respecto Edgar sólo recuerda y agradece el haber tenido la oportunidad de haber acudido a prestar sus manos y su conocimiento como un granito de arena en conjunto de otros que, al igual que él, tuvieron la inquietud de integrar grupo de brigadistas que acudieron a atender las necesidades en medio de la crisis por el sismo.
Él era coordinador de Seguridad Industrial de la empresa especializada; coordinaba a grupos de seguridad, los capacitaba, los orientaba para que no resultaran lesionados frente a una actividad de riesgo. Lamenta que al menos otros cuatro compañeros brigadistas de otras empresas también hayan sido despedidos por tomar esta decisión. No quiere hablar por ellos. Él asume las consecuencias de sus actos. “La verdad mientras estuve trabajando me apoyaron mucho; pero un trabajo no vale más que la satisfacción en el corazón que se vive, de poder dar esperanza a los niños, a los señores grandes”.