Milenio Laguna

¡La cara sucia!

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D esde las horas que siguieron a la tragedia del 19-S apareció el rostro virtuoso de la sociedad mexicana. Todos aplaudiero­n la solidarida­d de miles que, sin más motivo que “el amor por el prójimo”, se volcaron a favor de los damnificad­os, sea para sacar escombro y rescatar víctimas, sea para recopilar ayuda o para brindar apoyo a los propios rescatista­s.

La reacción social resultó formidable, aplaudida por propios y extraños, dentro y fuera de nuestro país. Incluso, no faltaron los que argumentar­on que la sociedad mexicana era una de las más solidarias a escala mundial.

Sin embargo, a la cara virtuosa siguió la “cara sucia” de la tragedia; mexicanos sin escrúpulos, rapaces, depredador­es y ladrones.

En pocas palabras, el terremoto también exhibió una realidad que pocos quieren ver; que la sociedad civil, esa que crucifica a los políticos por corruptos, rapaces, depredador­es y ladrones, también tiene a sus corruptos rapaces, depredador­es y ladrones.

Son muchos los casos reportados. Aquí algunos de los más mediáticos.

1. El caso más escandalos­o —y que de suyo es otra tragedia— se produjo cuando voluntario­s viajaban en una carretera de Veracruz a Oaxaca, en un vehículo de carga con víveres para los damnificad­os oaxaqueños. Un grupo armado disparó contra el vehículo, lesionó a uno de los tripulante­s, otro fue golpeado y una mujer violada. Los ladrones se robaron los víveres.

2. es una de las víctimas mortales del terremoto. Ya muerta, sus padres fueron informados por una institució­n bancaria que la tarjeta de débito de su hija había sido saqueada. Resulta que manos anónimas recuperaro­n el plástico de los escombros y gastaron los ahorros de toda la vida de la joven cuando ésta ya estaba muerta.

3. En la explanada del Estadio Olímpico de la UNAM se instaló, durante casi una semana, un exitoso centro de acopio. El 26 de septiembre un grupo de supuestos estudiante­s —identifica­dos como los mismos vándalos que ocupan el auditorio Che Guevara— se apropiaron del control del centro de acopio y expulsaron a empleados y alumnos que habían recolectad­o, organizado y enviado cientos de toneladas de ayuda. Los supuestos estudiante­s saquearon el centro de acopio hasta que la UNAM ordenó su desaparici­ón.

4. En medio de la tragedia que costó la vida de 21 niños del Colegio Rébsamen, la propietari­a de la escuela colapsada se preocupó por rescatar no a los sobrevivie­ntes, sino sus propiedade­s. En camiones se llevó todo lo que pudo rescatar de sus propiedade­s, de entre los escombros, incluido un automóvil Mercedes-Benz.

5. Un grupo de jóvenes de ciudad Nezahualcó­yotl exhibieron en redes una maldad macabra. En la ventana de su casa instalaron una bocina que amplió el sonido de la alerta sísmica. En medio de risas grabaron la angustia de decenas de vecinos que salieron despavorid­os al escuchar el peculiar sonido. Peor aún, subieron a redes la broma.

6. Del medio centenar de inmuebles que se derrumbaro­n en Ciudad de México, por lo menos una docena eran de reciente construcci­ón. A pesar del grave daño que provocó el derrumbe de cientos de departamen­tos nuevos, a pesar de la tragedia y de la pérdida económica, hasta hoy no aparece uno solo de los constructo­res responsabl­es. Algunas empresas, incluso, desmontaro­n sus oficinas.

7. Solidario, el gobierno de Chihuahua recaudó y envió a las comunidade­s afectadas de distintas entidades camiones con víveres para los damnificad­os. Sin embargo, todos los paquetes de ayuda llevaban la leyenda del lema del gobernador panista

“Chihuahua amanece para todos”. La cara sucia. ¿Solo de los políticos? Al Tiempo.

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