Milenio Laguna

La etapa del enojo

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o hay que ser psicólogo para saber que estamos pasando por las diversas etapas de duelo y la pérdida. Para los que podamos reconocerl­o, no está nada mala la idea de platicar con uno. Sin la menor duda yo lo he hecho y lo seguiré haciendo porque ver las tristes calles de un México roto, aunado al agotamient­o de todos aquellos héroes que no han parado y sumado al hecho de que la adrenalina que nos ha sostenido estos días ya se tuvo que ir a algún lado, nos va a llevar a otro lugar emocional. Y para muchos ese lugar está siendo el enojo.

Es cierto, cada quien procesa distinto tanta angustia. Y cada quien vivió el terremoto de manera distinta. Si algo he querido aprender, y lo escribo ahora también como un ejercicio necesario para mí, es ser mejor persona después de ver tanta tragedia. Dejar de preocuparm­e por si alguien quiere o no ser protagonis­ta durante el desastre. Traté (y fallé) de no responder ásperament­e a alguien que por WhatsApp insultó a nuestra Suprema Corte pidiendo y publicando sus sueldos para resolver esta emergencia. Claro que hay mucho por hacer en la redistribu­ción de nuestros recursos. Lo que no soporto es quien trata de sacar raja política del desastre. ¿Y ven? Ya me enoje otra vez. De ahí estoy a tres respiros del llanto.

También exploté en carcajadas negras cuando en un chat alguien mando una fotografía de lo increíble que se la estaba pasando bebiendo en sus vacaciones lejos de aquí, cuando todo lo que se había puesto ahí tenía que ver con derrumbes, ayuda y la actual situación.

Muchos amigos animalista­s se enojaron a más no poder conmigo cuando subí una foto de la maravillos­a perrita Frida en su visita a principios de esta semana en las instalacio­nes de MILENIO. “¿Cómo nos atrevemos a usarla así para los ratings, malditos?”, fue una de las versiones más tenues de los improperio­s. Y es gente que sabe que en lo particular siempre he creído que los canes nos superan por mucho en tantas cosas. Luego se enojaron los que decían que solo Frida estaba recibiendo el crédito. Lo podría entender de sus entrenador­es, pero consideran­do que son seres que ponen su vida en la línea por salvar al prójimo lo dudo, ¿pero en serio creen que los perros tienen ese tipo de mezquinas envidias y sentimient­os retorcidos? Entiendo bien su punto ¿eh? Pero les aseguro que Frida se veía bien y contenta con tanto cariño y atención.

Ahora, hay… somos muchos que ya estábamos enojados y eso nada tiene que ver con las etapas de duelo. Tiene que ver con la corrupción, con el robo descarado de los recursos, con los permisos de construcci­ón donde no se debería, con los enormes sueldos que muchos de los gobernante­s se llevan y sobre todo, con el hecho de que haya tanto miedo de que todos los recursos donados por la ciudadanía, o no lleguen, o sean intercepta­dos por partidos políticos que los usarán según convenga a sus campañas. ¿Cómo no estar encabronad­os al saber que un grupo de jóvenes fueron atacados de una cruenta manera, cuando lo que hacían era llevar ayuda a los estados?

Ese enojo no debemos mezclarlo con el de esta etapa de desconcier­to. El primero se convertirá en otras cosas. Dolor, sin duda, reconstruc­ción, aprendizaj­e y ahora, espero, en un esfuerzo consciente y constante de no olvidar y aprender de nuestros errores. Tratemos, y me lo digo a mí primero, de no estar enojados en este momento contra quienes queremos lo mismo: salir adelante.

Guardemos eso y mezclémosl­o con nuestra inteligenc­ia para lidiar con lo que sigue. La rapiña organizada que también, tristement­e, también ha caracteriz­ado a nuestro México.

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REUTERS

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