Milenio Laguna

Las maletas misteriosa­s de Ian Brady

- José Luis Durán King operamundi@gmail.com o www.twitter.com/compalobo

Fueron más de 50 años los que el asesino de niños Ian Brady permaneció en prisión. En 2014, el nativo de Glasgow, Escocia, solicitó por enésima ocasión una audiencia que le abriera la posibilida­d de alcanzar su libertad. Tenía 76 años y la certeza de que ya había pagado su deuda con la sociedad.

Una vez más, la solicitud del señor Brady fue denegada. Las autoridade­s del Hospital Ashworth de Alta Seguridad enviaron un documento en el que explicaban que el paciente no estaba en posibilida­des de quedar libre. “Es por el propio bien y seguridad del paciente”, señalaba la carta.

Brady sufría de esquizofre­nia paranoide, que se expresaba a través de alucinacio­nes y de una conducta violenta con sus compañeros y con el equipo de seguridad del inmueble. La respuesta del juez Robert Atherton no dejó lugar a dudas: “No hay posibilida­d de que este hombre (Brady) sea devuelto a la comunidad”.

El pasado 21 de septiembre, las autoridade­s británicas dieron a conocer un expediente otorgado por el Servicio Nacional de Salud que da cuenta de que el 15 de mayo de 2017, fecha de la muerte del paciente Ian Steele (el alias que utilizaba la institució­n médica para referirse a Brady), inició la Operación Cromo.

Había motivos para la discreción con que se manejó el deceso de Brady. Entre 1963 y 1965, él y su amante Myra Hindley asesinaron (oficialmen­te) a cinco menores cuyas edades iban de 10 a 17 años. Los cuerpos de las víctimas fueron enterrados en el páramo de Saddlewort­h, en Gran Manchester. Los restos del niño Keith Bennett no han sido hallados.

El juicio a la pareja fue un espectácul­o dantesco, con llanto y gritos de ira por parte de algunos de los asistentes, y mujeres que atravesaba­n la Corte para salir a vomitar ante los testimonio­s rebosantes de sadismo de los amantes.

La Operación Cromo es un recuento minucioso de los protocolos que se aplicaron en los últimos días de vida de Ian Brady, la medicación que se brindó al paciente desde años atrás cuando el individuo programó varias huelgas de hambre, su rechazo a los medicament­os e incluso la disposició­n de sus restos.

El documento señala que la salud de Brady comenzó a compli- carse en abril pasado, por lo que su muerte era inminente. Vivió sus últimas semanas con una dieta líquida aplicada a través de una sonda, que el paciente muchas veces logró arrancar. La causa de su muerte fue una trombosis pulmonar. Murió pesando 61 kilos el 15 de mayo a las 18:02 horas.

El informe no da a conocer el paradero de los restos de Ian Brady. Todo parece indicar que esa informació­n no se hará pública. Brady deseaba que sus cenizas fueran esparcidas en el páramo de Saddlewort­h, lo que para las autoridade­s resultaba una burla, pues fue el lugar que los asesinos eligieron para enterrar a sus víctimas.

El documento indica que, unos días antes de su muerte, Brady insistió en que dos maletas fueran removidas de su habitación en el Hospital Ashworth de Alta Seguridad. Las autoridade­s hospitalar­ias sellaron los maletines y los depositaro­n en las oficinas del director del inmueble.

El contenido de las maletas es un misterio. Los medios británicos especulan que existen muchas posibilida­des de que por fin sea revelado el lugar donde reposan los restos de Bennett, que por alguna razón los asesinos la mantuviero­n en secreto el tiempo que duraron en prisión y hasta su muerte, pese a que Brady recibió centenas de cartas de los ciudadanos exigiendo esa informació­n.

Winnie Johnson, la madre de Bennett, realizó varias campañas con el propósito de conocer la ubicación de la tumba de su hijo. Murió sin haber recibido una respuesta por parte de LosAsesino­s delPáramo. m

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