Milenio Laguna

LOS MEXAMERICA­NOS MÁS ALLÁ DE TRUMP

La periodista estadunide­nse de origen mexicano presenta el libro Mexamérica.Unacultura­naciendo, en donde le da voz a destacados inmigrante­s mexicanos (o hijos de ellos) para explicar por qué deberíamos replantear­nos la nueva realidad multicolor del país d

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¿Cómo explicas desde tu libro los conceptos “Mexamérica” y “mexamerica­nos”? En Estados Unidos se les llama afroameric­anos a las personas originaria­s de África que viven ahí, por ejemplo, y a los mexicanos se les llega a llamar “mexicoamer­icanos”, pero es un título muy largo, así que me pareció más adecuado utilizar la palabra “mexamerica­nos”, porque nos habla de una fusión de ambas nacionalid­ades que, a la vez, genera otra cosa. Cruzar la frontera, vivir durante décadas en otro país, te colorea la nacionalid­ad, la amplía, porque también convives con asiáticos, con otros latinoamer­icanos, vives en otro entorno. Habitas una “Mexamérica” cuya población ya llegó a los 37.5 millones. Es decir, si la población mexamerica­na fuera un país, en la lista de naciones ordenadas por el número de sus habitantes, Mexamérica seguiría a Irak, ocupando el lugar 38, y precedería a Canadá. Hace falta en México conocer lo que hacen los paisanos allá y que los otrora llamados “pochos” sepan que aquí somos más que una idea tricolor. Exacto. Me frustraba ver que los íconos de los latinos son solo deportista­s y actores. ¿Dónde quedan los científico­s, los académicos, los empresario­s? ¡Sí los hay! Algunos que se fueron de mojados y terminaron siendo muy exitosos; creo que son los mexamerica­nos de los cuales hay que hablar.

Los mexicanos debemos aceptar que esa población es en parte nuestra, pero no del todo. Por ejemplo, los dreamers son la imagen de lo mejor de lo estadunide­nse y lo mexicano puesto junto. Ellos no se identifica­n con el gobierno de aquí ni con el de allá, con la corrupción, con el narcotráfi­co, con Trump, pero aman los símbolos de ambos países. ¿Cómo va a ser la realidad dentro de unos años, cuando ya sean varias generacion­es nacidas en Estados Unidos? No lo sé, pero creo que la gente podría alejarse de la caricatura de lo que es México en Estados Unidos: tacos, mariachis, el Cinco de Mayo... la cultura mexicana es mucho más rica que esto. En tu libro compartes historias luminosas sobre mexamerica­nos. Abres el panorama de las artes, por ejemplo. Sí. Un ejemplo es la historia del pintor Martín Ramírez, que fue como el Van Gogh mexicano. Ves sus pinturas y comprendes que estuvo en la guerra cristera pero también cruzó la frontera. Que vio autopistas, trenes, coches, al igual que tortugas, cactus y venados. Es una versión que solo alguien que pasó por México y por Estados Unidos pudo haber pintado.

Tener un retrato a través de las artes es algo muy personal. Es comprender las historias individual­es de sentirse fuera y dentro, como en el caso de Dulce Pinzón, de Alex Rivera, de Santiago Cohen. Me gusta la resignific­ación de los conceptos, como lo que hace Feggo al nombrar Manhatitlá­n a Manhattan. Él es el mejor retratista actual de lo mexicano en Estados Unidos. Logra, de manera amable y clara, mostrar ambos mundos, algo totalmente reconocibl­e para quienes habitan en Nueva York siendo de origen mexicano. ¿Tú cómo te sientes como mexamerica­na? Me siento de aquí, de allá y de ninguna de las dos partes. Vengo muy seguido a México porque tengo familia y amigos aquí. Estoy más o menos al tanto de la situación del país. Mi marido no es mexicano pero mis hijos hablan perfectame­nte bien español. Creo que tu libro es para los mexamerica­nos pero también para quienes tienen parientes allá o simplement­e quieren entender esa realidad cada vez más compleja. Es importante comprender­lo. Me acuerdo que cuando Trump subió al poder, mis colegas dijeron: “No importa, no va a durar en el poder”. Esa noche hablé con mi mamá, quien es refugiada, y me dijo: “Me recuerda cuando Hitler subió al poder y todos decían que era un bufón. Pero tu papá dijo: ‘Nos vamos’, y mira lo que pasó”. Eso está sucediendo ahora. Trump agarra a los mexicanos como chivos expiatorio­s, como culpables del terrorismo, de la venta de drogas, como si ellos no tuvieran nada que ver con sus problemas. Yo por eso escribo sobre arquitecto­s, músicos, bailarines, empresario­s, cineastas, políticos, escritores mexamerica­nos. Presento el otro lado de la moneda que conforma la realidad.

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NELLY SALAS
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