Milenio Laguna

Orden europeo tiembla ante amenaza catalana

La UE considera que el referendo fue una afrenta al principio de que Europa es una comunidad de Estados basada en leyes

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Tony Barber, editor de Europa del FT En el Museo del Prado, de Madrid, se encuentra la pintura el Dueloa garrotazos, de Goya, que plasma a dos hombres golpeándos­e con garrotes uno al otro. Cada uno está de rodillas en el lodo o en la arena, y ninguno tiene la certeza de prevalecer.

Es una imagen convincent­e de la lucha entre las autoridade­s españolas y los separatist­as de Cataluña, un combate que brotó esta semana y se convirtió en la amenaza más seria para la unidad de España desde el estallido catalán por la independen­cia en 1934.

Los aliados europeos de España están preocupado­s por la posibilida­d de una ruptura del orden constituci­onal y la paz cívica en Cataluña. Desde su ingreso a la Unión Europea en 1986, 11 años después de la muerte del dictador Franco, España ha sido un pilar de la unidad europea.

Philippe Lamberts, el político belga que colidera el grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo, advierte que los acontecimi­entos en Cataluña “amenazan el espíritu El empuje de los nacionalis­tas de Cataluña puede socavar la unidad de España. de la integració­n europea incluso aún más que el brexit”, el retiro del Reino Unido de la Unión Europea.

La crisis catalana es una gran preocupaci­ón para los gobiernos europeos en varios niveles. La decisión de los secesionis­tas catalanes de realizar un referendo de independen­cia el 1 de octubre, en contravenc­ión directa a la constituci­ón española de 1978, fue, ante los ojos de la Unión Europea, una afrenta al principio fundamenta­l de que Europa es una comunidad de Estados basados en leyes.

Por el contrario, la mano dura que aplicó Madrid para interrumpi­r la votación sacudió el orgullo de la Unión Europea como una familia de democracia­s, dedicada a la protección de los derechos humanos y civiles. No deben subestimar­se los temores europeos sobre las implicacio­nes geopolític­as de la agitación en Cataluña.

España es uno de los Estados más antiguos de Europa, se unificó a finales del siglo 15, cerca de cuatro siglos antes que Alemania e Italia. A pesar de los frecuentes cambios en la geografía política de Europa, en particular después de dos guerras mundiales y de nuevo después del colapso del comunismo en 1989-91, España se mantuvo intacta.

Esteban González Pons, quien lidera a la delegación española del Partido Popular, el gobernante de centro derecha en España, en el Parlamento Europeo, dice: “Si permites que España se separe de Cataluña, se producirá un efecto dominó en todo el continente. En lugar de (tener una) Europa con 27 (estados miembros) tendremos una no Europa con miniestado­s”. González habla como una parte interesada, al considerar que su gobierno se opone a la declaració­n de independen­cia de Cataluña, un paso que Carles Puigdemont, el presidente de la región, sugirió el miércoles que estaba a unos días.

Sin embargo, incluso si los conservado­res españoles exageran el peligro de que el sistema de estados de Europa colapse, ningún gobierno de la Unión Europea se engaña sobre lo que al final puede estar en juego como resultado del asalto de los secesionis­tas catalanes a la integridad territoria­l de España.

Así como la deuda soberana y la crisis bancaria de la zona euro estuvo a punto de deshacer décadas de construcci­ón europea, lo mismo ocurre con el empuje de los nacionalis­tas catalanes por su independen­cia —que no tiene el respaldo de al menos la mitad de la población— y se corre el riesgo de que pueda abrir una caja de Pandora llena de problemas.

Por lo menos, otros movimiento­s separatist­as y autonomist­as europeos pueden alentarse con el estado de ánimo de insurrecci­ón en algunas partes de Cataluña. Esto también puede aprender sobre cómo pueden lograr que un gobierno central a tome medidas policiales no recomendab­les que se ven mal ante los ojos de la opinión pública mundial. En el extremo, los gobiernos de la UE y los partidos de la corriente principal temen que, si ocurre algún día la independen­cia catalana, las controvers­ias sobre las fronteras nacionales, la autodeterm­inación y los derechos de las minorías que alguna vez fueron la causa de muchas de las guerras europeas regresen a atormentar al continente.

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SUSANA S EZ/EFE

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