Recuperar la sensatez
Hay gente que se resiste con una descomunal cerrazón a las evidencias: a los catalanistas les podrías mostrar eternamente las imágenes de los cientos de miles de ciudadanos que expresaron el domingo en Barcelona su rechazo al separatismo y te machacarán, una y otra vez, que la gran mayoría de esos manifestantes no son de allí, que fueron llevados desde todas las otras regiones de la Península, que se trató de una operación montada por el Estado español opresor y que aquellos catalanes que pudieren haber salido a las calles espontáneamente son, desde luego, unos “traidores”.
La razón no se impone ni en un sentido ni en el otro: los seguidores de Donald Trump, por ejemplo, propugnan que los valores esenciales de la gran nación americana deben ser restaurados pero, al mismo tiempo, se acomodan perfectamente a que su líder exhiba los obscenos modos de un macho inmoral. Explíquenme ustedes cómo es que los creyentes evangélicos de los Estados Unidos puedan haber llevado a la presidencia a un tipo que en su momento se jactó de manosear entrepiernas de mujeres desconocidas. ¿No son gente recatada y desmesuradamente puritana? Pues, ya ven…
En lo que toca a las masacres de inocentes en nuestro vecino país, digamos primero que el derecho a defenderte, en una nación inmensa que fue conquistada paulatinamente por individuos aventureros y emprendedores, debiere estar cumplidamente consagrado en la Constitución. Y admitamos luego, aunque hoy las cosas son bien diferentes, que la especificidad estadounidense se manifieste todavía en la facultad de que poseas y portes armas de fuego. Así las cosas, uno pensaría que te bastaría con una pistola o un revólver para garantizar tu seguridad y sanseacabó. Pues no. La prerrogativa se extiende a que puedas comprar alegremente los rifles de asalto que usan los Ejércitos en las guerras. Justamente, el armamento que utilizó el asesino en Las Vegas para dispararle a una multitud indefensa desde su cuarto de hotel. ¿No hay una relación directísima entre la capacidad de exterminio de las armas de alto poder y el hecho, pues sí, de que mucha gente sea exterminada? Pero, en el momento mismo de plantear mayores restricciones, ciudadanos furiosos denuncian que el Estado va a cercenar sus libertades. ¿Qué lógica tiene esto? ¿Dónde está la sensatez?
Sí, el sentido común es el menos común de los sentidos.