Milenio Laguna

La fórmula Zuckermann

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Ahora que los partidos políticos se declaran dispuestos a renunciar al 100 por ciento de su financiami­ento público, es la hora quizá de revisar ese pendiente de la democracia mexicana: cuánto dinero público hay que darle a los partidos.

Leo Zuckermann hizo los cálculos de la multiplica­ción desorbitad­a de los recursos que se entregan a los partidos desde las elecciones de 2006.

Puesto todo junto —gasto ordinario, gastos de campaña y financiami­ento estatal—, en 2006 los partidos recibieron 6 mil 38 millones de pesos. En 2018, descontada la inflación, recibirán el equivalent­e de 7 mil 595 millones de pesos de 2006.

Quiere decir que en los últimos 11 años, el dinero de los partidos creció en términos reales 26 por ciento mientras que la economía del país, en términos reales, creció 18 por ciento.

A estas cifras hay que agregar que, antes de 2006, los partidos pagaban sus mensajes en radio y televisión. A partir de la reforma política de 2007-2008, les fueron entregados, sin costo para ellos, tiempos oficiales en la radio y la televisión.

Se dijo entonces que en radio y televisión los partidos gastaban 70 por ciento de sus recursos. A partir de 2008, no. Si se toma en cuenta este rubro, sigue Zuckermann, el aumento real del financiami­ento a los partidos desde la elección de 2006 ha sido de 94 por ciento.

Sigue la fórmula Zuckermann: Mi propuesta: regresemos a los mismos montos de2006,cuandose llevóacabo en

México una elección muy competida donde los partidos tuvieron todos los recursos que necesitaba­n para ganar. Que yo recuerde, ninguno se quejó por el generoso financiami­ento que ya recibían entonces. El perdedor desconoció losresulta­dos, peronunca argumentóq­uele había faltado dinero.

Hoy obtienen losspotsd era dio y televisión gratis y casi el doble del financiami­ento que en 2006. Pues muy sencillo: recortém os le 50 por ciento el financiami­ento público. Es lo mínimo que se merecen por haber sido tan abusivos

estosúltim­osaños ( http://bit.ly/2xkXnxm). Parte de la opinión pública se suma sin pensar a la noción aberrante de acabar con el financiami­ento público. La fórmula Zuckermann es un ajuste intermedio. Castiga sin arrasar. La encuentro impecable.

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