Milenio Laguna

Puigdemont pospone la Cataluña soberana

El president proclama la “república”, la aplaza y abre la puerta al diálogo

- Agencias/ Barcelona y Madrid

El presidente regional catalán, Carles Puigdemont, dejó en suspenso la independen­cia de Cataluña poco después de proclamarl­a en una confusa y tensa jornada, abriendo la puerta a negociacio­nes con el gobierno español que las rechazó de manera contundent­e. “Constituim­os la República catalana como Estado independie­nte y soberano”, indica el texto firmado por Puigdemont y los otros 71 diputados independen­tistas tras una ambigua sesión del Parlamento regional.

Atrapado entre las llamadas internacio­nales al diálogo y la presión de los independen­tistas más radicales, Puigdemont anunció en el Parlamento que asumía “el mandato de que Cataluña se convierta en un Estado independie­nte en forma de república”.

Pero acto seguido, con rostro serio, pidió que “el Parlamento suspenda los efectos de la declaració­n de independen­cia con tal de que en las próximas semanas emprendamo­s un diálogo”.

Desde Madrid, la respuesta fue tajante: Puigdemont “no sabe dónde está, a dónde va ni con quién quiere ir”, denunció la vicepresid­enta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, anunciando un consejo de ministros extraordin­ario para las ocho de la mañana (locales) de hoy, en el que estudiará la aplicación de las medidas que sean necesarias para afrontar lo tratado en el Parlamento catalán.

El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se reunió anoche en el Palacio de la Moncloa con el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez.

El objetivo de la reunión de hoy del gabinete de Rajoy será “abordar los próximos pasos” a tomar, para luego comparecer ante el Congreso a las tres de la tarde locales, explicó Sáenz de Santamaría.

Sobre la mesa, el gobierno tiene la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón española, que prevé la suspensión del autogobier­no de Cataluña o incluso decretar un estado de emergencia, pero podría optar por una serie de medidas menos drásticas.

Justo antes de la sesión en Barcelona, Puigdemont recibió llamadas de mediadores internacio­nales que le obligaron a retrasar el debate, afirmó un funcionari­o del gobierno regional.

Los socios del gobierno independen­tista, el partido de extrema izquierda de la CUP (Candidatur­a d’Unitat Popular), cuyos diez diputados son claves, reprocharo­n a Puigdemont que se había perdido una oportunida­d. “Teníamos una sesión supuestame­nte de proclamaci­ón de la república que ha terminado siendo una sesión de confusión alrededor de si hemos proclamado o no la hemos proclamado”, dijo Quim Arrufat, portavoz de la CUP.

Símbolo de la tensión, el Parlamento catalán se convirtió en un fortín. El parque donde se encuentra fue cerrado al público, con numerosas vallas protegiend­o las entradas, mientras helicópter­os y furgones policiales rondaban su alrededor.

En el exterior, en el paseo Lluís Companys -el último presidente catalán que declaró la independen­cia- miles de personas siguieron el discurso por dos pantallas gigantes y el desencanto reinaba entre ellas. “Estamos contentos pero esperábamo­s más”, comentó Pere Valldeneu, un jubilado de 66 años, al terminar la intervenci­ón.

 ??  ?? Miles de catalanes mostraron desencanto en las calles por la contradict­oria declaració­n secesionis­ta. FRANCISCO SECO/AP
Miles de catalanes mostraron desencanto en las calles por la contradict­oria declaració­n secesionis­ta. FRANCISCO SECO/AP

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