La incertidumbre
E n muchos sentidos, la elección presidencial de 2018 será inédita, razón por la cual los parámetros y supuestos para analizar y pronosticar la competencia y su desenlace deberán ser revisados y utilizados con extrema cautela. Hagamos un breve recuento de los factores nuevos que estarán presentes en el proceso electoral que recién comienza.
Uno. La concurrencia masiva de elecciones federales, estatales y municipales en 29 de las 32 entidades (se elegirán más de 3 mil 200 puestos), será la razón por la cual los fenómenos locales podrán incidir en las preferencias nacionales y viceversa. ¿En qué dirección y con qué intensidad? Nadie lo sabe.
Dos. Por primera vez habrá la participación de candidatos y candidatas independientes en un contexto de descrédito y desconfianza muy elevado hacia los partidos políticos. ¿Cuántos lograrán el registro y qué proporción del voto se llevarán en conjunto? A la fecha puras especulaciones. Según la encuesta de ElFinanciero, Margarita Zavala arranca con 16 por ciento de las intenciones de voto; hay otra que le da 9 por ciento. Aún es temprano para poder evaluar el impacto de manera más precisa.
¿Crecerá o se desplomará la candidatura de Zavala? ¿Podrá darse el fenómeno de una campaña sin muchos recursos, que se fundamente en la mística, el compromiso voluntario de ciudadanos y el carisma de Margarita, o prevalecerá la lógica de que solo las campañas sostenidas por el río de recursos financieros legales e ilegales y el soporte de las maquinarias electorales serán exitosas?
Tres. Si bien en 2012 las redes sociales ya estaban presentes en las campañas, su penetración y uso político electoral han crecido cuantitativa y cualitativamente. ¿Qué tanto serán un factor real para dar y quitar votos, para engrandecer y destrozar imágenes y prestigio de candidatos y candidatas?
Cuatro. El Frente Ciudadano por México. Aunque se desconocen muchos aspectos concretos de su composición, programa, método de selección de candidatos, ya es un fenómeno sin precedente. No se parece a las alianzas que se han dado entre PAN-PRD en los estados, por varias razones: se trata de una coalición de gobierno (cualquier cosa que eso signifique) y no de un pacto meramente electoral que se deshace en día de la elección; lo forman tres o cuatro partidos lo que les da una fuerza política, operativa y financiera no vista anteriormente; tendrán un programa mínimo de gobierno. ¿Todo lo anterior hará que el frente se traduzca en una fuerza imbatible o será muy frágil por la ausencia de un candidato(a) fuerte y por la fractura que acaba de sufrir el PAN, su bastión más poderoso? ¿Podrá definir un método de selección de sus candidatos que los legitime y los impulse o éstos serán producto de acuerdos de las cúpulas partidistas (dedazos disfrazados)? Por lo pronto, el frente hará que el PAN y el PRD que han sido dos contendientes acérrimos en las elecciones anteriores, ahora vayan juntos.
Cinco. El PRI, partido oficial, participará con una imagen terriblemente deteriorada —la peor en su historia—; además, ninguno de sus precandidatos se perfila como un contendiente que le agregue mucho para revertir ese déficit y para incrementar una base priista también bastante disminuida, pero que podría descarrilar al candidato más probable del frente —Ricardo Anaya— para intentar ser el competidor real de López Obrador. ¿Hará el PRI la hazaña de levantarse del desprestigio más profundo y ganar?
Los sucesos y reposicionamientos están ocurriendo cada vez con más rapidez. El juego está muy abierto y, al día de hoy, su resultado es bastante impredecible. ¿Será una competencia AMLO vs. Anaya o López Obrador contra un priista? ¿A diferencia de las anteriores, no podrá ser ésta una elección a tercios? ¿Se convertirá Margarita en la sorpresa del año, como lo fue ElBronco en 2015? ¿El descontento ciudadano con la partidocracia de qué tamaño es, hasta dónde llegará o se diluirá en el ruido de las campañas partidistas? ¿Con base en qué antecedentes sustentar o descartar cualquiera de las hipótesis anteriores?