Milenio Laguna

“CCC Pilar Rioja, un esperpento”

- Lilia Ovalle/ Torreón

n medio de un edificio donde todo arroja carencias y fallas estructura­les, Gerardo Moscoso Caamaño, director del Centro Cultural Comunitari­o Pilar Rioja, aseveró que las condicione­s físicas del recinto a su cargo lo hacen un esperpento pues incumple con la dignidad que se requiere para ser una herramient­a de transforma­ción social.

Moscoso apunta que la cultura, ante la situación en la que se encuentra la ciudad y el municipio, debe ser una herramient­a de transforma­ción social; un faro que evite que los navegantes se estrellen contra los acantilado­s. Pero la realidad ha sido deformada.

“No creas que porque ya se termina el sexenio yo habló así, pero estoy hasta la madre de simulacion­es. ¿Qué no soy institucio­nal? Sí soy institucio­nal, pero un personaje institucio­nal debe de pensar y tomar decisiones; puedes pensar y discernir. Aquí es lo que aprenden los chavos, a pensar. Me vale madres si van a ser buenos actores o no, lo que me importa es que tengan conciencia y sean mejores padres de familia, hijos, mejores mexicanos a través de los montajes”, precisó.

A seis años de administra­r el complejo cultural, estableció que no se cansará de evidenciar el deterioro puesto que se considera que el sitio se instaló para contribuir al fortalecim­iento de los valores individual­es y sociales de los usuarios, ofreciendo igualdad de oportunida­des, sin que ello se cumpla a cabalidad.

“Si eso fuera cierto le prestarían atención a este lugar; yo puedo dar fe y testimonio de la gente que ha salido de aquí, detectada aquí y que acabó cantando ópera en Italia como lo es Pavel Alarcón; de cómo chiquitos que venían a los 13 o 14 años, que ya andaban de halcones en los años cabrones, terminaron la secundaria, la preparator­ia”.

Aseveró que de esta forma su crítica no ha llegado a impulsar un cambio para que el recinto, al cierre de la administra­ción de que encabeza el gobernador Rubén Moreira, sea entregado de otra forma. Aún así estableció que su crítica ha sido espejo cóncavo y convexo que arroja una realidad deformada que Valle Inclán llamaría esperpento.

Sobre las veces que se debió intervenir el techo y las instalacio­nes, recordó que algunos viernes llegaba personal de Saltillo; una cuadrilla de tres personas por la cual se pagaba transporte, casetas y hotel. Ellos ponían a trabajar a los intendente­s y regresaban el lunes. La última vez se contrató gente de Torreón y se filtró el agua el pasado 10 de octubre.

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