Que se jodan, al fin son reos
Vivo en un país experto en contabilizar nuestras tragedias y acostumbrado a que no pase nada con esas cuentas. Hace una década que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos está encargada de hacer un diagnóstico de cómo funcionan las prisiones del país. Todas. En el último ya hay cárceles municipales además de las que dependen de los estados y las federales.
Es un buen diagnóstico en el que, debo suponer, se gasta mucho dinero.
Se hacen visitas, se evalúa por rubros, se ponen calificaciones, se ilustran con semáforos, todo muy bonito.
La idea original y fundamental de ese diagnóstico no es que lo leyera yo y lo resuma aquí cada año. La idea es que las autoridades penitenciarias y sus jefes tuvieran un control externo que les ayudara a saber dónde están mal, en qué deben mejorar y qué ha funcionado. Me temo que no lo leen. O peor, les vale. Porque cada año, puede usted tomar uno al azar, el diagnóstico es terrible. Y tanto no se equivoca que cada semana los diarios y los noticiarios le informan de una nueva riña, de un nuevo motín. De un nuevo homicidio, de un nuevo abuso en un penal. La realidad, pues, confirma el diagnóstico. Siempre, hace diez años.
Tomo un párrafo del más reciente: “…el acontecimiento violento con mayor número de incidencia corresponde a las riñas, con un total de 979 (694 en Ceresos y 285 en Ceferesos); el segundo lugar lo ocupan los desórdenes, con 362 (361 en Ceresos y uno en Ceferesos); el tercer lugar los homicidios, con 85 en Ceresos; el cuarto lugar lo ocupan los abusos, con 81 en Ceresos; el quinto lugar lo ocupan los suicidios, con 26 (24 en Ceresos y 2 en Ceferesos), y el sexto los motines, con 5 en Ceresos”.
La calificación de las cárceles estatales es de seis, en la mayoría de los centros estatales hay autogobierno, un estado de 32 tiene el semáforo en verde. Y así hace mucho. Eso sin contar las actividades criminales que se coordinan desde las cárceles.
Algún avance ha habido en los centros federales.
A los gobernadores, básicamente, no les importa.
Seguirá la CNDH advirtiendo muy profesional del desastre. Y nosotros preparándonos para el próximo motín, el próximo homicidio, la riña, la tortura, el próximo video de una fiesta o una tortura, total.