A buen entendedor pocas palabras
Es urgente tener la receta para curarnos de la apatía, la murmuración, el chisme, la queja, el derrotismo, y la doble moral que está infiltrada en nuestra sociedad; para aliviarnos de esa actitud pusilánime con que muchos defienden valores en los que disimuladamente creen; de la indiferente desconfianza hacia los demás; de la pegajosa confusión que envuelve las relaciones con la política, con la ética y con el objetivo de la propia vida, la fórmula para remediarnos de la falta de sentido crítico para lo palpable, perceptible y esencial ensombrecida por la persistente descalificación ante lo demostrativo con que pretendemos defender nuestra indolencia y dejadez que nos ha conducido al sometimiento incondicional a los jefazos en turno por nuestro atraso, pereza y desinterés. Alto a los lamentos, basta ya de gimoteos. Menos charlatanería y más acción, más hechos y menos atole con el dedo. A buen entendedor, pocas palabras.
Tratamos de justificar nuestra flojera y falta de participación en la comunidad negándonos a admitir que en esto reside también la corrupción. Se dice y se repite que no vale la pena luchar por acelerar el proceso de cambio en nuestra sociedad con el pretexto de que unos cuantos de los que ejercen el poder, roban a manos llenas el dinero que pasa por sus manos, como si fuese una fatal enfermedad o un karma inmutable para los mexicanos.
Es cierto que la cultura de la resignación, inhibe la fuerza, la imaginación y el brío. Y en lugar de mantener el espíritu crítico y actuar en consecuencia, no hacemos sino sumirnos en el desánimo, lloriqueamos y dejamos de creer en la condición humana que a fin de cuentas es la nuestra. Abandonemos el cómodo sofá en donde estamos mentalmente instalados.
La tarea sería pues, es una sugerencia, la agitación permanente, la defensa de las propias convicciones, averiguar quiénes son las personas que con halagos, adulaciones e intrigas se acercan a la cúpula del poder para desfondarlo. La aspiración debería ser entonces, desenmascarar a los hipócritas, combatir a los ambiciosos y enseñar a los iletrados.