Abandonado
Las Estrellas trabaja para la psique de unos cuantos administradores que alucinan con que México es un suburbio de clase media alta de una ciudad de un país primermundista, con que aquí las mujeres son lo que no son, y con muchas cosas peores.
¿Cómo no voy a comenzar a odiar un canal de televisión así? ¡Cómo no voy a comenzar a odiar un canal de televisión tan traumado que ni siquiera acepta llamarse canal de televisión!
Ojo: no estoy diciendo que las personas que trabajan en Televisa sean tontas, malas o flojas.
No, si algo tiene esa compañía es gente de primera. El problema es el proyecto.
Eso ya no existe y pesa tanto que arrastra a la totalidad de la industria de la televisión mexicana.
¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque llevo varios días viendo el lanzamiento de la telenovela y aunque reconozco la brillantez de su productora, de sus escritores, directores, técnicos y actores, no puedo con ella.
Es como de un barrio “chic” de Buenos Aires. No es Las Estrellas. No es televisión abierta privada nacional. No es Televisa. No es México.
Y si viajo por el resto de la parrilla de programación de esa frecuencia, salvo honrosas excepciones, me puede dar un ataque de la desesperación, del abandono. Aquello se llama
Yo, Álvaro Cueva, me declaro abandonado, rechazado por Las Estrellas, despreciado por Televisa.
Y yo, como seguramente usted, sus padres y sus abuelos, ahí nací, ahí crecí. Se siente feo. ¿A poco no?