Milenio Laguna

- José Luis Durán King operamundi@gmail.com www.twitter.com/compalobo

l 25 de mayo de 1968, un par de oficiales de patrulla hicieron el alto a un hombre que conducía a exceso de velocidad en una carretera del condado Broward, en el estado de Florida, Estados Unidos.

El caso no hubiera pasado de una simple infracción de no ser porque uno de los oficiales escuchó tartamudea­r al infractor. El uniformado recordó la descripció­n que habían proporcion­ado un par de adolescent­es acerca de un asesinato ocurrido el Día de la Madre (12 de mayo) en un canal en Fort Lauderdale.

Stanley Everett Rice, de 26 años, fue detenido y llevado a la comisaría para ser interrogad­o. Renuente a hablar en un principio, para el final del día había confesado que la fecha referida entabló conversaci­ón con Lowell Williams, de 11 años, y su amigo, Kevin Politte, de 10 años, quienes pescaban en un canal.

Cuando Rice pidió a los amigos que lo acompañara­n a un lugar más apartado, los menores se rehusaron, lo que provocó la ira del hombre, quien sacó una pistola y disparó en una de las mejillas de Williams. Pese a que Politte corrió, fue herido en uno de sus brazos.

Al ver que Williams intentaba ponerse de pie, Rice lo remató con un cuchillo curvo. Fue en ese momento cuando dos adolescent­es que caminaban por ahí vieron la escena que narraron a la policía.

El interrogat­orio de Stanley Everett Rice no fue una tarea sencilla. El hombre tenía un severo problema de tartamudez, que se acentuaba en situacione­s que le provocaban estrés. Señaló que había nacido en Concord, Massachuse­tts, que de ahí se había mudado junto con su familia a Ontario, Canadá. Posteriorm­ente, ya de forma individual, radicó en Ohio, hasta llegar finalmente a Florida.

Las autoridade­s intuyeron de inmediato que tenían mucho trabajo por delante, pues debían cerciorars­e si Rice no tenía cuentas pendientes en los lugares en los que vivió. Las tenía... Para fortuna de los investigad­ores, en la propiedad de la familia de Rice en Massachuse­tts hallaron armas, un diario personal del sospechoso y decenas de fotografía­s de adolescent­es desnudos, muchos de ellos captados en el momento que más gustaba a Rice: defecando. El diario era un compendio de fantasías sexuales, la mayoría violentas, que involucrab­an a muchachito­s. Pero un párrafo reveló a la policía qué tipo de delincuent­e había detenido.

Señalaba que el 12 de julio de 1963, Rice encontró a Keith Henry pescando en un banco del Gran Río, en Ontario. Aprovechan­do la oportunida­d, el individuo mató a puñaladas al niño, para después enterrarlo en un lugar cercano al río. Rice escribió en su diario: “Utilicé un cuchillo de cacería con Keith. ¡Wow, eso fue sexy! Sangre por todos lados”.

Rice tenía un modo de operar bien definido: caminaba por áreas boscosas donde sabía que podía haber niños o adolescent­es divirtiénd­ose en ríos. Les hacía plática y ganaba su confianza. Después les pedía que se desnudaran.

Los menores casi siempre se negaban, por lo que el individuo sacaba un arma (pistola o cuchillo) y los obligaba a que lo obedeciera­n. Violó a muchas de sus víctimas, y a los que de alguna manera se burlaron de él o lo desafiaron, los asesinó. Rice siempre cargaba una cámara para capturar en la posteridad sus delitos.

Al menos fueron cinco víctimas mortales las de Rice. El cuerpo del menor Keith Henry nunca fue hallado. Por algunos apuntes en su diario, las autoridade­s especulan que existen muchas posibilida­des que Rice haya matado menores femeninas.

Fue condenado a cadena perpetua sin posibilida­d de solicitar su libertad bajo palabra. La sentencia se cumplió a cabalidad: Rice murió el 3 de noviembre de 2007 en su celda de la Prisión Estatal de Florida a los 64 años.

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