Milenio Laguna

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harles Manson, hoy fallecido luego de 50 años en la cárcel (queda claro que la perpetuida­d no es tanto tiempo), habitó las pesadillas de los

baby boomers y de quienes, luego de sus crímenes y el asesinato atroz de Sharon Tate, declararon la muerte de la utopía

hippie y la era de Acuario. Su esvástica tatuada en su frente, símbolo de locura e hiperviole­ncia, era la puerta de entrada a un supuesto cerebro malévolo, desprovist­o de empatía y que alimentó una distopía perversa y canalla, así como la pasión de una feligresía feroz que quiso reproducir el mensaje de su Dios. Y aún así, a estas alturas, frente a los Ze

tas y el crimen que está más organizado que nunca, los javidús del mundo, los políticos corruptos, los émulos del padrote Maciel, la dueña del Rébsamen y los especulado­res inmobiliar­ios, además de los adeptos a la filosofía medieval de Sandoval Íñiguez, más esos funcionari­os transas y abúlicos, junto a ellos el buen Charly Manson es prácticame­nte un humanista.

O ya no digamos al lado de Donald Trump, quien no dudaría un momento en apretar el botón rojo (afortunada­mente el encargado del armamento nuclear yanqui, John Hyten, está dispuesto a meterle la pata al Presidente si quiere empezar a intercambi­ar misiles con Norcorea) si alguien se le pone al brinco como los jugadores de la NFL, que no se ponen de pie cuando se canta el himno gringo. Tal fue el caso de Marshawn Lynch de los Raiders de Oakland, al que, a través de Twitter, Donald prácticame­nte lo excomulgó y exigió casi casi que lo trataran como dreamermex­icano. O peor aún, como que traía ganas de castigarlo mandándolo a pelear la candidatur­a del Frente Ciudadano, en el que están apoltronad­os y en pie de guerra los satrapitas del chuchismo, el nada ambicioso y metomentod­oRicky Anaya, sin olvidar al melodramát­ico dotor Mancera, que ya dijo que si hay dedazo mejor se va con sus chivas a otro lado. Digo, ¿a dónde podría ir que más valga? Aun en el PRI, por los servicios prestados, no creo que le den más que de fiscal anticorrup­ción para continuar con esa bonita amistad.

Como sea, se ve que Trump no escuchó los berridos con los que Manuel Mijares interpretó el Himno nacional, eso sí es una afrenta a la patria. Mejor lo hubieran encerrado en el baño de mujeres.

Así, Mr. Manson ni siquiera en sus mejores momentos hubiera aguantado ni un rato en el Mordor del Edomex, que no parece gobernado por un júnior dignatario del PRIcámbric­o temprano heredero de las glorias de don Eruviel Ávila, sino por Robert Mugabe. Digo, por más que la Puebla de Gali Fayad que, como su colega Omar, de Hidalgo, sí sabe Fayad, avance a pasos agigantado­s en materia de feminicidi­os e hiperviole­ncia criminal huachi

colera, todavía no alcanza los magníficos logros de Del Mazo Maza en materias de insegurida­d e impunidad.

Pobre Charly Manson, en el México de hoy no aguantaría ni el primer champurrad­o.

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