Violencia nos costaron entre medio y un punto del PIB”, señala
pronóstico de crecimiento para 2017, pero que también confirmó su aseveración de que la inflación caería al objetivo de 3 por ciento a finales de 2018. “Evidentemente la fotografía final de mi gestión no es la mejor”, dijo Carstens con su característico sentido del humor mordaz. Si bien reconoce que el crecimiento mexicano ha sido bajo en comparación con otros países, “es consistente”. el Banco central pronostica un crecimiento para este año de entre 1.8 y 2.3 por ciento.
El impacto de la crisis financiera mundial todavía se siente, y agregó que la delincuencia organizada y la violencia que engendra “nos costó entre medio y un punto del PIB”. Pero independientemente de lo que pase con el TLC, dice, México aún tiene finanzas públicas sanas y “sólidas” y las reformas estructurales seguirán dando frutos.
Sin embargo, donde México tiene que esforzarse es en el estado de derecho, comenzando con la designación “de todos los fiscales que todavía no se han nombrado”, dijo Carstens al referirse al hecho de que México no tiene un fiscal general ni tampoco en las áreas de delitos electorales o anticorrupción. “México tiene que acelerar el paso para fortalecer el estado de derecho, para que no exista la impunidad y se erradique la corrupción. Esa es una pieza clave de lo que necesitamos para alcanzar un PIB potencial más alto”, agregó.
Carstens, cuyo sustituto todavía no es nombrado, se dirige a Suiza “sin remordimientos”. Las finanzas públicas bien afianzadas no se parecen en nada a la de una economía con exceso de deuda que la hundió en el “Efecto Tequila” de una devaluación repentina del peso, que provocó la caída de otras monedas de la región, y la crisis bancaria de 1994-95.
Pero todavía hay retos, sobre todo si el más reciente aumento de la inflación resulta en otra alza de las tasas de interés en la próxima reunión de política monetaria del banco, el 14 de diciembre. “Ese no es mi problema”, se ríe Carstens.