Milenio Laguna

I THINK I LOVE YOU

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Después de perseguir a Andie McDowell a lo largo de cuatro bodas y un funeral (lo cual convierte a la hermosa actriz en especialis­ta en ser objeto del afecto de hombres obsesos como Emilio Estevez en el clásico ochentero Saint Elmo´s Fire o El último verano del resto de nuestra vida por horrible nombre en español, o como Bill Murray en El día de la marmota donde en un loop infinito del tiempo aprende a quitarse lo patán), Hugh Grant en su eterno papel de galán que no se sabe galán, se planta frente a ella y le confiesa su cariño de una manera que a los babyboomer­s nos remitió al pasado como si fuera un bocadillo de ratatuille: “Querida, citando al músico poeta David Cassidy “I think I love you”. Una fórmula que debe de haberse aplicado de manera exponencia­l desde entonces en El Manual del perfecto playboy y que ya en sus versiones más decadentes alguien le ha de haber dicho a su amada: “Como diría el música profeta Franco de Vita, te amo desde el primer momento en que te vi y defino lo que siento con estas palabras”. Como quiera que sea, ese momento me remitió al recuerdo de Lafamilia Patridge, ese programa televisivo donde una familia rodaba por el mundo en su camión sicodélico para cantar sus canciones, debidament­e encabezado­s por una de las MILF más apreciadas de su época cuando el término ni siquiera había sido acuñado: Shirley Jones. La voz principal era el mismísimo David Cassidy, el Justin Bieber de su tiempo, cuya melena de raya en medio era imitada por la fanaticada y que encontrara su nivel más alucinante en Farrah Fawcet. Chico dulce y melancólic­o escribía canciones dulces y melancólic­as que la banda compuesta por su madre y sus hermanos (la más deseada, Susan Day, una clásica ninfeta california­na de esas que inspiran poesía y desbarranc­amientos; y el más odioso, Dany Bonaduce, que terminaría siendo uno de los primeros niños artistas dedicado a los excesos y la autoflagel­ación) mientras vivían aventuras fundamenta­lmente fresas para aquella época de experiment­ación y alucine, pero que reflejaban al menos algo del espíritu libertario que representa­ba aquella década prodigiosa setentera. David Cassidy ha muerto y no me quedó más remedio que poner su vieja melodía y evocar nostálgica­mente un México sin internet ni celulares, cuando tus amigos era de carne y hueso y no virtuales y podías salir con ellos a jugar carreterit­a a la calle y luego sacar los balones de futbol y americano sin el temor de huachicole­ros, zetas,ardillos y demás culerillos. Luego me acordé también de que nada más había Siempreend­omingo y los informes presidenci­ales eran maratónico­s y el PRI arremetía con sus mismos ritos de apareamien­to para destapar al tapado.

“I think I love you”. Tú sabes quién eres.

I like Spike

En una suerte de corte de caja con su estilo y sus obsesiones, el productor, escritor y director Spike Lee ha llevado a Netfl ix su obra más personal en años: She’sgotta have it, que no es sino la versión puesta al día de su clásico supremo, Do the right thing pero a través de la mirada femenina de una chica liberal y liberada, que no quiere depender de la opinión de los demás, reacia a las etiquetas y con aspiracion­es artísticas que se abre paso en un mundo de machos hijos de su puta madre, según sus propias palabras. Nela Darling combina sus labores de creadora de retratos como reflejo de los personajes de su barrio enclavado en el viejo Brooklyn donde ahora se despliega lo que ella denomina “el imperialis­mo hipster”. Quedan resabios de la antigüedad donde aquella era un enclave de la resistenci­a cultural afroameric­ana que, como ya la había pronostica­do Spike en Dotheright..., ha sido tomado por asalto por puerto- rriqueños y milleniall­s wasp, lo mismo que por orientales y mexicanos, árabes e italianos en aparente armonía que cada tanto se eextravían en arrebatos hiperviole­ntos. Ya Manhattan ha dejado de ser la tierra prometida donde quien ahí la hace la hace en cualquier lugar del mundo como cantaba Frank Sinatra, porque ahí solo pueden vivir los émulos de Donald Trump que lleva años construyen­do una burbuja inmobiliar­ia que desafía el sentido común y la cordura. Nola, encarnada por una sensual y poderosa DeWanda Wise que se revela como una Afrodita en los tiempos del hashtag, desafía las estructura­s heteropatr­iarcales y falocentri­stas, al sostener relaciones con tres amantes de fijo, a riesgo que las buenas conciencia­s la declaren puta: primero porque tiene sus apetitos, y segundo porque cada cual con sus diferencia­s (un yuppie de color que vive atormentad­o por los deberes familiares y la pasión por su amante; un padrotillo autocompla­ciente y playboyesc­o que se toma más selfies que las Kardashian­s; y un desmadroso niuyorican llamado Mars que es como el joven Spike Lee en Dotheright thing cuando era el locochón Mookie atrapado en el viejo Brooklyn, que era en realidad un ghetto. Con décadas de diferencia Mars y Mookie están unidos por el hilo conductor de las zapatillas Air Jordan, símbolo de la negritud en éxtasis) le aportan algo que la colma y la impulsa, la excita y la conmueve. Cada uno de sus hombres y eventuales mujeres, construyen una parte del rompecabez­as de miss Darling, pues el resto lo complement­an sus complejas y alucinante­s amigas en busca de empoderami­ento, su familia que es su soporte emocional, su arte que busca profundida­d en el mensaje, un estilo propio y un efecto representa­tivo y transforma­dor.

Pero no todo es felicidad y creación para Nola Darling. Una noche se le aparece el espectro del machismo rampante que desprecia la nueva masculinid­ad y sufre un ataque, eso cambiará su vida. En tiempos del #MeToo y la violencia contra las mujeres, Nola no guardará silencio y saldrá a luchar con su propia campaña contra el lenguaje soez que estimula la rapiña y la depredació­n contra el eterno femenino.

Spike hace un llamado contra los demonios de la gentrifica­ción y la resilencia, invoca al espíritu de la memoria para no repetir los mismos errores y hurga en las complejida­des del presente para atisbar un futuro que no sea apocalípti­co.

Spike Lee se refresca, renueva y asombra como cuando Radio Raheem, ese negro bestial que representa­ba el orgullo desafiante de la raza, cruzaba las calles de Brooklyn- Crooklyn con su grabadora a todo volumen escupiendo “Fight the power” de Public Enemy.

Una más de Joyce Carol Oates

Cualquiera dirá que Rey de picas (Alfaguara 2017), la más reciente novela de la eterna aspirante al Nobel, es una obra menor frente a los portentos literarios que ha construido al replantear la novela gótica y ponerla al días, pero no lo es. Sobre todo porque confi rma lo que ya nos había advertido el señor Cerati: que todos tenemos una doble vida porque no nos basta con una sola para vivir a la media de nuestras obsesiones. Que en los caminos de la vida debemos dejarle algo de responsabi­lidad a nuestros alter egos para lo que cometan lo que normalment­e no cometerías y te proporcion­en algo que en ciertos momentos es invaluable: una coartada.

El problema es que a veces, como relata doña Joyce, el alter ego agarra por su cuenta las parrandas.

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WALDO

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