La influencia del gobierno en los medios
Todos lo sabemos. Con escuchar la radio, leer el periódico o ver la televisión basta. El gobierno es un fuerte anunciante en los medios de comunicación. Pero ahora, gracias a un reportaje de The
New York Times, podemos apreciar los gigantescos montos involucrados.
De acuerdo con el NYT, el gobierno de Peña ha gastado cerca de 2 mil millones de dólares en lo que va del sexenio en medios. Las grandes cantidades de recursos públicos en publicidad, según el diario, han permitido que “funcionarios federales y estatales dicten las noticias en forma rutinaria, exigiéndole a los medios qué es lo que deberán y lo que no deberán informar”. El reportaje tiene sus deficiencias, como se documentó ayer en este diario, pero nos da una buena idea de la magnitud del dinero que se maneja.
Siempre han sido importantes los fondos del gobierno para los medios de comunicación. Pero su relevancia se incrementó con el tiempo por dos razones. La primera es que los gobiernos —federal, estatal y local— gastan más que antes para promover su imagen. La segunda —más significativa en mi opinión— es que los medios tradicionales están sufriendo a causa del internet.
En el pasado, la tv, la radio y los periódicos capturaban todo el pastel publicitario. Ahora las redes sociales y otras plataformas digitales les están quitando mercado. Esta reconfiguración ha provocado que el dinero que entra a las empresas tradicionales sea más valioso y, por tanto, quienes lo proveen se vuelvan más poderosos. El principal proveedor de ese dinero, en gran parte, es el gobierno. Y entre más dependiente sean las empresas de medios a sus recursos, más vulnerables están a su influencia editorial.
Vale la pena notar que los 2 mil mdd que menciona el NYT representan el gasto solo a nivel federal. A esa cantidad hay que sumar cientos de millones de dólares que se desem- bolsan a nivel estatal y local, los cuales son mucho más difíciles de identificar. Es en esos niveles en los que la influencia de los gobiernos puede ser mucho mayor. La dependencia de algunos medios de la publicidad oficial puede llegar a ser tan grande que su ausencia puede significar la quiebra. ¿Qué tan fácil es negarse a una petición editorial de un gobierno en estos casos?
Un elemento clave de la solución al problema de la influencia del gobierno en los medios es evidente: reducir drásticamente la cantidad de anuncios que compra. Fuera de advertencias sobre riesgos de salud y edictos de tribunales, la publicidad oficial tiene poco beneficio público. Buena parte se desperdicia en promoción individual y partidista.
No tengo duda de que en muchos medios existe libertad de expresión (en mi caso me consta). Pero es imposible ignorar la influencia del dinero público en los medios. ¿Por qué no limitarlo severamente?