Milenio Laguna

La influencia del gobierno en los medios

- Julio Serrano Espinosa juliose28@hotmail.com

Todos lo sabemos. Con escuchar la radio, leer el periódico o ver la televisión basta. El gobierno es un fuerte anunciante en los medios de comunicaci­ón. Pero ahora, gracias a un reportaje de The

New York Times, podemos apreciar los gigantesco­s montos involucrad­os.

De acuerdo con el NYT, el gobierno de Peña ha gastado cerca de 2 mil millones de dólares en lo que va del sexenio en medios. Las grandes cantidades de recursos públicos en publicidad, según el diario, han permitido que “funcionari­os federales y estatales dicten las noticias en forma rutinaria, exigiéndol­e a los medios qué es lo que deberán y lo que no deberán informar”. El reportaje tiene sus deficienci­as, como se documentó ayer en este diario, pero nos da una buena idea de la magnitud del dinero que se maneja.

Siempre han sido importante­s los fondos del gobierno para los medios de comunicaci­ón. Pero su relevancia se incrementó con el tiempo por dos razones. La primera es que los gobiernos —federal, estatal y local— gastan más que antes para promover su imagen. La segunda —más significat­iva en mi opinión— es que los medios tradiciona­les están sufriendo a causa del internet.

En el pasado, la tv, la radio y los periódicos capturaban todo el pastel publicitar­io. Ahora las redes sociales y otras plataforma­s digitales les están quitando mercado. Esta reconfigur­ación ha provocado que el dinero que entra a las empresas tradiciona­les sea más valioso y, por tanto, quienes lo proveen se vuelvan más poderosos. El principal proveedor de ese dinero, en gran parte, es el gobierno. Y entre más dependient­e sean las empresas de medios a sus recursos, más vulnerable­s están a su influencia editorial.

Vale la pena notar que los 2 mil mdd que menciona el NYT representa­n el gasto solo a nivel federal. A esa cantidad hay que sumar cientos de millones de dólares que se desem- bolsan a nivel estatal y local, los cuales son mucho más difíciles de identifica­r. Es en esos niveles en los que la influencia de los gobiernos puede ser mucho mayor. La dependenci­a de algunos medios de la publicidad oficial puede llegar a ser tan grande que su ausencia puede significar la quiebra. ¿Qué tan fácil es negarse a una petición editorial de un gobierno en estos casos?

Un elemento clave de la solución al problema de la influencia del gobierno en los medios es evidente: reducir drásticame­nte la cantidad de anuncios que compra. Fuera de advertenci­as sobre riesgos de salud y edictos de tribunales, la publicidad oficial tiene poco beneficio público. Buena parte se desperdici­a en promoción individual y partidista.

No tengo duda de que en muchos medios existe libertad de expresión (en mi caso me consta). Pero es imposible ignorar la influencia del dinero público en los medios. ¿Por qué no limitarlo severament­e?

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