En espera del 2018
Entre naranjos, mandarinos, limones, mangos, guayabas y mucho más, escribo horas antes de que fenezca el 2017, año de mierda decía el rebelde Horacio Radetich, quien se fue a viajar por las galaxias el reciente 24 de diciembre de 2017. Vaya si lo fue.
Es la antesala al complejo 2018. Mundial de futbol en Rusia, la de Putin quien ha logrado más que Stalin y los Zares: contribuyó decisivamente al triunfo de Trump. Nada más y nada menos.
También serán los comicios para elegir al presidente de México para el sexenio 2018-24. Muchos lo avizoran como un año grisáceo dentro y fuera del país.
En todas las esferas de la vida se ven complejos horizontes, tanto en la aldea global como aquí en el violencia por todos lados ya sea en Kabul o en Jalisco; precariedad salarial y laboral en Madrid o en la Ciudad de México; desconfianza y rechazo a la política y los partidos. El túnel oscuro pareciera no tener la menor señal de luz. Creo, sin embargo, que nunca debe descartarse la esperanza de un nuevo comienzo.
La vida, el pensamiento, la alegría, la libertad nunca se detendrán. Los jóvenes con sus nuevos proyectos, códigos, narrativas, expresiones artísticas y demás cosas del torrente vital, se expresarán a su manera ante los desafíos de hoy y de mañana. La historia no ha terminado.
Ante la decadencia del sistema político de la partidocracia, cuyo bazar está cada vez más putrefacto, no debe descartarse un renacimiento, aunque fuese incipiente, de nuevas corrientes.
El rescate de la historia, de la fi esta libertaria del 68 planetario y nacional, no debiese quedar en la nostalgia de algunos ancianos, ni mucho menos en la petrificación de celebraciones oficiales de Estado o de los que se autonombran sus albaceas.
Ahora más que nunca se requiere pensar libremente y dejar atrás cualquier vestigio de credo religioso alguno. Debajo de los adoquines, sigue estando la playa. Nunca será posible derrotar a la imaginación y ninguna legislación militarista podrá cercenar la conducta libertaria expresada en el lema prohibido prohibir.
Debajo de la tediosa e incluso criminal práctica de los siguen existiendo corrientes subterráneas de alegría, vida y libertad.